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VÍNCULOS AFECTIVO-SEXUALES Y VIOLENCIA: UNA EXPERIENCIA EDUCATIVA CON ADOLESCENTES[1]
Gonzalo Iván Gelpi[2]
Universidad de la República, Uruguay
E-mail: ggelpi@psico.edu.uy
Naturel Pascoll-Martin [3]
Universidad de la República, Uruguay
E-mail: nutarel.pascoll@gmail.com
Eduardo Nicolás Silva-Piedra[4]
Universidad de la República, Uruguay
E-mail: eduardosilvapiedra@gmail.com
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Gelpi, G, Pascoll-Martin, N. y Silva-Piedra, E. (2019). Vínculos afectivo-sexuales y violencia: una experiencia educativa con adolescentes. Revista Electrónica en Educación y Pedagogía, 3(5), 78-96. doi: http://dx.doi.org/10.15658/rev.electron.educ.pedagog19.09030505
Recibido: mayo, 17 de 2019 /Revisado: julio, 06 de 2019 / Aceptado: agosto, 22 de 2019
Resumen: En este artículo se presentan los resultados de una experiencia de ciclo de talleres con 217 adolescentes de instituciones públicas de Enseñanza Media de la ciudad de Montevideo (Uruguay). Los objetivos del ciclo eran: sensibilizar a los adolescentes sobre la violencia en el noviazgo, visibilizar los tipos de violencias que se presentan en dicho fenómeno, desnaturalizar las prácticas violentas en el noviazgo, reflexionar sobre la problemática y promover vínculos saludables. El análisis cualitativo-interpretativo se basa en los discursos de los participantes en función de las técnicas aplicadas en los talleres. A partir de la información obtenida se definieron categorías analíticas operativas a desarrollar en el presente trabajo. Los resultados indican que los adolescentes naturalizan y legitiman la violencia en sus vínculos afectivos-sexuales, destacándose especialmente las prácticas de vigilancia y control en entornos digitales. Asimismo, pese a los avances normativos y culturales de las últimas décadas, las representaciones culturales relativas al amor romántico continúan vigentes y operan en la vida cotidiana de los adolescentes. De esta experiencia se desprende que los distintos actores de la comunidad educativa tienen un rol preponderante en la prevención, detección e intervención de este tipo de violencia específica que se presenta con alta prevalencia incluso dentro de los propios edificios escolares.
Palabras clave: Adolescencia, educación, violencia (Tesauros); educación secundaria, género (Palabras clave del autor)
Affective-sexual links and violence: an educational experience with adolescents
Abstract: This article presents the results of a workshop cycle with 217 adolescents from public Middle School institutions in the city of Montevideo (Uruguay). The objectives of the cycle were: to raise awareness among adolescents about violence in dating, to draw attention to the types of violence that occur in said phenomenon, to denormalize violent practices in dating, to reflect on the problem and to promote healthy bonds. The qualitative-interpretative analysis is based on the participants discussions as a result of the techniques applied in the workshops. Operational analytical categories to be developed in this work were defined based on the information obtained from these discussions. The results indicate that adolescents normalize and legitimize violence in their affective-sexual links, especially surveillance and control practices in digital environments. Likewise, despite the normative and cultural advances of the last decades, cultural representations related to romantic love continue in force and operate in the daily life of adolescents. It is clear from this experience that the different actors in the educational community have a principal role in preventing, detecting and intervening in this type of specific violence that occurs with high prevalence even within the school buildings themselves.
Keywords: Adolescence, education, violence (thesaurus); secondary education, gender (author's keywords)
Vínculos afetivo-sexuais e violência: uma experiência educativa com adolescentes
Resumo: Este artigo apresenta os resultados de uma experiência de ciclo de exercícios com 217 adolescentes de instituições públicas do ensino médio da cidade de Montevidéu (Uruguai). Os objetivos do ciclo foram: sensibilizar os adolescentes sobre a violência no namoro, tornar visíveis os tipos de violência que ocorrem no referido fenômeno, desnaturalizar as práticas violentas no namoro, refletir sobre a problemática e promover laços saudáveis. A análise qualitativo-interpretativa foi baseada nas falas dos participantes, dependendo das técnicas aplicadas nos exercícios. Com base nas informações obtidas, foram definidas categorias analíticas operacionais a serem desenvolvidas neste trabalho. Os resultados indicam que os adolescentes naturalizam e legitimam a violência em seus vínculos afetivo-sexuais, principalmente nas práticas de vigilância e controle em ambientes digitais. Da mesma forma, apesar dos avanços normativos e culturais das últimas décadas, as representações culturais relacionadas ao amor romântico continuam em vigor e operam no cotidiano dos adolescentes. A partir dessa experiência se observou que os diferentes atores da comunidade educacional têm um papel preponderante na prevenção, detecção e intervenção desse tipo de violência específica que ocorre com alta prevalência, incluso dentro dos próprios prédios da escola.
Palavras-chave: Adolescência, educação, violência (tesauro); ensino médio, gênero (Palavras-chave do autor).
INTRODUCCIÓN
Aspectos conceptuales sobre la violencia en el noviazgo
La violencia es un campo de saberes en el que se concentra un importante acumulado de producción científica, ha sido objeto de estudio de distintas disciplinas y se la ha abordado desde diferentes enfoques y con variadas metodologías. Desde sus expresiones más macro a las más micro, la violencia puede producirse a nivel institucional, grupal y en los vínculos interpersonales. Es posible ubicar a la violencia en el noviazgo (VN)[5] dentro del grupo de las violencias basadas en género (VBG)[6] aunque tiene aspectos que la vuelven singular.
Los estudios específicos sobre VN comenzaron en los años 80 en Estados Unidos (Makepeace, 1981). Dentro de las dificultades que presenta el estudio de la VN se encuentran la diversidad de definiciones y metodologías empleadas (Vizcarra, Poo y Donoso, 2013). Castro (2012) plantea que este es un problema general en el estudio de la violencia. El enfoque dado en este artículo adhiere a la conceptualización de VN elaborada por Castro (2012), él la define como la violencia que ocurre en aquellas parejas que mantienen un vínculo emocional, sin convivir bajo un mismo techo de forma regular, de esta manera no existe dependencia ni asociación económica permanente. Vizcarra, Poo y Donoso (2013) plantean que la violencia ejercida puede ser principalmente física, verbal, patrimonial, psicológica y/o sexual. Es importante destacar que los distintos tipos de violencia no se dan de forma separada, dialogan y se retroalimentan entre sí. La violencia psicológica siempre está presente en los otros tipos de ejercicio de la violencia. La VN es padecida por personas de distintas edades y que se encuentran en diferentes momentos del ciclo de vida, no es una problemática exclusiva en la adolescencia. El período de permanencia de los hijos en la casa de sus padres se ha extendido y este tipo de violencia específica también se presenta con frecuencia en los vínculos establecidos por adultos jóvenes.
Históricamente la VN ha sido menos estudiada que la violencia conyugal porque las personas suelen presentar dificultades para reconocer que están viviendo un vínculo de violencia, especialmente los adolescentes. Algunos autores expresan que los adolescentes muchas veces interpretan las actitudes violentas como expresiones de afecto o hasta como conductas lúdicas (Vizcarra, Poo y Donoso, 2013; Rubio-Garay y López-González, 2015). La permanencia en vínculos violentos a edades tempranas puede explicarse entre otros factores por la inmadurez emocional, la intensidad del sentimiento en los primeros amores y las creencias estereotipadas sobre los roles sexistas y el amor (Yela, 2003). Desde otra perspectiva Benjamín (1996) plantea que cuando la dominación es racionalizada y despersonalizada, no puede ser percibida, parece natural e incluso necesaria.
Prevalencia de la violencia en el noviazgo en población adolescente
Estudiar la VN en población adolescente es pertinente porque es probable que la misma se potencie en esta etapa de la vida debido en parte a la escasa experiencia de los adolescentes en las relaciones de pareja y a los ideales y fantasías existentes en torno al amor (Xóchitl, Sánchez y Robles, 2013). Para muchos adolescentes es difícil abandonar vínculos de pareja cuando lo desean. En Latinoamérica existe un caudal importante de producción de conocimiento en este campo de estudios. La violencia que más predomina en la región es la psicológica, igualmente también hay registros de otros tipos de violencia (De León, 2015). Con el desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), el acceso masivo a Internet y la popularidad que han obtenido las redes sociales online especialmente entre los adolescentes, la VN ha cobrado nuevas modalidades. Estébanez (2012) afirma que se pasó al control a “golpe de click”.
Con base a una revisión bibliográfica, López-Cepero, Rodríguez, Rodríguez y Bringas (2014) plantean que mayormente las publicaciones se relacionan a las consecuencias de la VN y no se detienen en las formas de prevención. La mayoría de las muestras de los estudios son conformadas exclusivamente por mujeres y en varios el papel de víctima y agresor fue asignado a mujeres y varones respectivamente. De este modo se invisibiliza el malestar psíquico que en ocasiones los varones pueden padecer a causa de las presiones de tener que cumplir con el modelo hegemónico de masculinidad (incluso en sus vínculos afectivo-sexuales) y también se descuida la VN que se produce en parejas homosexuales.
La VBG es un fenómeno que atraviesa la historia de la humanidad y la inmensa mayoría de sus culturas (Segato, 2003). Paulatinamente, tanto las acciones de los feminismos y de los movimientos de mujeres, como los aportes de la academia, han impactado en la opinión pública colocando el tema en las agendas de los Estados. En Uruguay, desde hace más de dos décadas, las VBG son consideradas un problema público, integran las agendas y son objeto de políticas públicas[7]. Sin embargo, según el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), en nuestro país 7 de cada 10 mujeres declara que en algún momento de su vida a padecido violencia basada en género. En los vínculos de noviazgo en la adolescencia el porcentaje de violencia aumenta, esto indica que es importante desarrollar estrategias para la prevención de estas situaciones[8] (CNCLVD, 2013). La problemática está institucionalizada muy especialmente en el sector salud (MSP, 2006; 2011). El sector educación se sumó recientemente a los esfuerzos en el combate contra la pandemia de la VBG[9]. Asimismo, en Uruguay aún no existe un amplio desarrollo de investigación sobre VN, gradualmente se está generando consciencia en torno al fenómeno.
El amor romántico como una posible explicación a la alta prevalencia de violencia en el noviazgo
El amor romántico surge a finales del siglo XVIII como una combinación entre el amor pasional y los ideales provenientes principalmente del cristianismo. Con la aparición del amor romántico, la vida de los sujetos cobra un toque más novelesco y se resignifica lo que se entendía por amor hasta ese momento (Giddens, 1992). Este debe ser entendido en relación con varios conjuntos de influencias que afectaron especialmente a las mujeres. El primero de ellos, es la creación del hogar, por otro lado, el cambio de relaciones entre padres e hijos, y finalmente la invención de la mujer-madre; todos estos factores quedaron estrechamente ligados entre sí (Giddens, 1992). Uno de los “logros” más grandes del amor romántico es la creación de la mujer-madre-esposa, reforzando la histórica distinción de dos sexos con deseos, sentimientos y tareas diferentes. El amor romántico es un amor generizado, “feminizado”, con la división en dos esferas el amor pasó a ser una tarea predominantemente asignada a las mujeres (Giddens, 1992). En lo que refiere al amor, los procesos de socialización para hombres y mujeres se dan de forma distinta. Para las mujeres “el amor” es una parte importante de sus proyectos de vida, mientras que para los varones lo prioritario sigue siendo el reconocimiento social (Lagarde, 2005; Rocha, Avendaño, Barrios y Polo, 2017).
Los mitos sobre el amor romántico son definidos como las creencias socialmente compartidas sobre la “naturaleza real del amor”, y de la misma forma que ocurre en otros ámbitos, estos son ficticios, engañosos, irracionales y hasta contradictorios, lo que hace que sea difícil o casi imposible cumplir con todos ellos (Ferrer y Bosch, 2013). Según Yela (2003) los principales mitos sobre el amor romántico son: el mito de la media naranja, mito del emparejamiento, mito de la exclusividad, mito de la fidelidad, mito de los celos, mito de la equivalencia, mito de la omnipotencia, mito del libre albedrío, mito del matrimonio y mito de la pasión eterna. Borges y Spanó (2017) plantean que la socialización de género diferencial predispone a las mujeres a ser víctimas de violencia. En el amor romántico queda valorada la dependencia, pero no una dependencia bilateral, ya que hombres y mujeres son socializados de forma diferente en lo referido a la expresión de sentimientos, de esta forma se producen relaciones de dependencia y desigualdad que pueden acabar en violencia (Riviere, 2009). Varios de los mitos propios del amor romántico refuerzan la dominación masculina descrita por Bourdieu (2000), porque entre otros aspectos el dominio y el control son simbólicamente masculinos.
En las sociedades occidentales el amor romántico se convirtió en la base de la institución familia, éste ofrece un conjunto de pautas de interacciones afectivo-sexuales, cuando el modelo falla, algo que ocurre casi siempre, se produce frustración y se convierte en uno de los factores que favorece y mantiene la violencia principalmente contra las mujeres, aunque no exclusivamente (Lagarde, 2005). González y Santana (2001) identifican que los niveles de vulnerabilidad a caer en situaciones de violencia aumentan en quienes incorporan el modelo del amor romántico y los mitos que este modelo trae consigo, algo que ocurre con frecuencia. Para esas personas, el amor y la relación de pareja le otorga sentido a sus vidas, por lo tanto, romper con la pareja y terminar con el amor, es visto como un fracaso en sus vidas. Además, interiorizan que ciertos comportamientos violentos son pruebas de amor, por ejemplo, los celos y el afán de posesión y/o control. Los mismos autores plantean el hecho de que las mujeres han sido socializadas para tolerar las adversidades que afectan a sus relaciones, algo que no ocurre de igual modo con los varones. A causa de los mandatos de género esto se agudiza aún más cuando las mujeres tienen hijos en común con su pareja. Estos elementos podrían materializarse como una posible hipótesis de por qué en ocasiones a algunas mujeres se les dificulta romper con un vínculo afectivo-sexual violento. Es pertinente recordar que el mito del amor romántico también es interiorizado por los varones y en los casos donde dicho modelo no se problematiza, se puede llegar a configurar como un deber ser en el plano de lo afectivo-sexual, lo cual condiciona los intercambios con los otros. Lo antes expuesto les afecta especialmente a quienes adhieren al modelo hegemónico de masculinidad porque ese tipo de subjetividad tiene potencialmente la capacidad de escindir lo afectivo de lo sexual. Ellos se ven afectados especialmente cuando sus vínculos afectivo-sexuales finalizan por iniciativa de la pareja porque existe una pérdida del control y la noción de la construcción del otro como una propiedad entra en crisis, lo cual, sienta las bases para que la violencia emerja o se asiente de una forma u otra (Bleichmar, 2009).
A partir de todas las situaciones antes mencionadas se puede señalar que los comportamientos afectivo-sexuales de los sujetos y muy especialmente los relativos a los ritos de seducción, a la fase de enamoramiento, de construcción del noviazgo, de consolidación del mismo, de cuidados y de ruptura (incluyendo las separaciones a causa de la VD, VN y VBG) permiten ser abordados desde la perspectiva de género y ésta ofrece claves analíticas significativas para comprender los avatares afectivo-sexuales de las personas.
METODOLOGÍA
Contexto de la propuesta
La propuesta de ciclo de talleres para adolescentes se enmarca en la práctica pre-profesional titulada “Talleres de género y diversidad sexual en Enseñanza Media”, la cual fue ofertada en el 2017 en la Licenciatura en Psicología (UdelaR). Las actividades se ampararon en el Convenio vigente entre el Programa Género, Salud Reproductiva y Sexualidades de la Facultad de Psicología y el Programa de Educación Sexual (PES), contando con el Aval del Consejo de Educación Secundaria (CES). Se resalta que las temáticas de los talleres se derivaron de las demandas institucionales. Cada instancia taller tuvo una duración de hora y media. Los objetivos de las actividades fueron: a) sensibilizar a los adolescentes sobre la VN; b) visibilizar los tipos de violencias que se presentan en el fenómeno; c) desnaturalizar las prácticas violentas en el noviazgo; d) reflexionar sobre la problemática y promover vínculos saludables; e) incorporar en las discusiones las perspectivas de género, diversidad y derechos; f) difundir los actores institucionales que brindan asesoramiento legal y/o psicológico ante situaciones de violencia (CES, 2017).
Esta experiencia es pertinente para el beneficio de la comunidad educativa porque se centra en una problemática informada como de alta prevalencia, que interpela al mundo adulto y a su capacidad de respuesta, ya que incluso a veces también se manifiesta dentro de los edificios escolares. En esta línea, las escuelas tienen un rol preponderante en el trabajo de prevención, detección e intervención ante este tipo de violencia específica. Esto implica favorecer y acompañar un proceso de deconstrucción y revisión de estereotipos, mitos y mandatos, normas y modelos de género que están interiorizados en los estudiantes, así como también, un proceso de reflexividad institucional para pensar cómo se construye género desde las propias escuelas. En suma, este acercamiento a la realidad de los centros educativos y a los relatos de sus estudiantes, podría ser un punto de partida para nuevas intervenciones y coopera en la delimitación de nuevas perspectivas de investigación en esta materia.
Los talleres fueron coordinados por dos o tres estudiantes próximos al egreso y contaron con la presencia y el apoyo de los responsables académicos de la propuesta y con el referente de sexualidad de la institución -en caso de contar con uno-. Las actividades se desarrollaron en el segundo semestre del 2017. Se completaron quince talleres, de los cuales, nueve se centraron exclusivamente en la VN y los restantes la abordaron indirectamente al focalizarse en la sexualidad en las redes sociales online.
La propuesta se ofreció a 8 instituciones públicas de Enseñanza Media de la ciudad de Montevideo. Finalmente se concretaron 15 talleres en 6 liceos. Las instituciones participantes se encuentran localizadas en distintos barrios de la ciudad y asisten estudiantes de diversas zonas de la capital con diferentes realidades sociales y con características particulares en cuanto a sus propios procesos adolescentes. Las instituciones se ubican en los barrios: Pocitos, Parque Batlle, Malvín, Malvín Norte y Aguada. En base al Atlas sociodemográfico del Instituto Nacional de Estadística (INE) del Uruguay fue posible determinar que los barrios antes mencionados, con excepción de Malvín Norte, corresponden a sectores sociales de ingreso medio, medio/alto y alto. El sector de ingresos más bajos de la población quedó subrepresentado en esta propuesta debido a que no se pudo concretar el ciclo de talleres en otros barrios. Los talleres fueron planificados para adolescentes de entre 14 y 19 años. Los mismos se ejecutaron en horas de clase cedidas por profesores. Del ciclo de talleres participaron 217 adolescentes (124 mujeres y 93 varones). Este dato condice con las estadísticas oficiales que indican que en la franja 13 a 19 años hay un mayor porcentaje de asistencia a favor de las mujeres en todos los quintiles (Batthyany y Genta, 2016).
Procedimiento
Se ejecutó la misma técnica en todos los talleres para que las experiencias fueran comparables entre sí. Tras la técnica de caldeamiento, se organizaba a los adolescentes en subgrupos de entre cinco y siete estudiantes -dependiendo la numerosidad del grupo- y se les entregaba una tarjeta con una posible situación de VN y se les solicitaba que pensaran posibles desenlaces de la historia. Las situaciones contemplaban los tipos de violencia virtual, verbal, psicológica, patrimonial, física y sexual. Luego se les pedía a los participantes que las representaran, aclarando que éstas podían hacerse mediante dibujos, historietas, dramatización, voz en off o narración. En la puesta en común se promovió el debate y se produjo una co-construcción de saberes entre las opiniones, creencias y relatos de experiencias de los participantes y la articulación teórica que brindó nuestro equipo.
El objetivo principal de la técnica era generar discusión entre los participantes, desnaturalizar algunas prácticas violentas en los noviazgos de adolescentes, ensayar posibles resoluciones de los conflictos en el marco de vínculos violentos y promover vínculos saludables. Los contenidos teóricos que se abordaron en los talleres fueron: a. concepto de género (diferencia entre sexo y género, sistema sexo/género, división sexual del trabajo, socialización de género, normas de género, mandatos de género, estereotipos de género y modelos hegemónicos de masculinidad y feminidad); b. definición de VBG y tipos de violencias. La información obtenida de todas las actividades fue documentada en bitácoras de campo guiadas por una pauta de observación. En este sentido, fue acertado que el equipo de talleristas estuviera integrado por tres o cuatro personas dependiendo de la numerosidad del grupo de adolescentes, ya que siempre había un observador exclusivo para esta tarea. También sirvieron de insumo en el análisis, los papelógrafos sobre los que trabajaban los mismos adolescentes. A partir de los datos obtenidos, se definieron las categorías analíticas pertinentes que permitió reorganizarlas en dos bloques o apartados que serán detallados a continuación.
Por último, en referencia los recaudos éticos, cabe señalar que al hacer contacto con las instituciones participantes se les informaba sobre los mismos al igual que los adolescentes que participaban del ciclo de talleres.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El análisis de la información recabada se realiza en dos apartados: a) naturalización de prácticas violentas en los noviazgos durante la adolescencia; b) nuevas modalidades de ejercicio de la violencia en los noviazgos durante la adolescencia. Se considera que la selección de estos apartados es la más oportuna para profundizar en algunos emergentes que podrían resultar novedosos en esta materia. La perspectiva de género es transversal al análisis y éste se basa en la articulación entre la técnica aplicada y los discursos de los participantes captados en las intervenciones que se hicieron en los intercambios entre los distintos actores.
Naturalización de prácticas violentas en los noviazgos durante la adolescencia
Pese a que en la actualidad las violencias basadas en género forman parte de la agenda pública, en el ciclo de talleres aún muchos adolescentes tenían naturalizadas prácticas violentas en sus vínculos afectivo-sexuales y desconocían gran parte de sus derechos sexuales y reproductivos, dato que condice con investigaciones coordinadas hace algunos años por MYSU (2013a; 2013b). De los discursos de los participantes surge que la violencia forma parte de sus vidas cotidianas, es una forma de comunicarse, de generar respeto en el entorno. Esto se repitió especialmente en los relatos de los adolescentes que sobreviven en contextos socioeconómicos críticos. Ellos informaron que la misma se expresa dentro del núcleo familiar, entre pares, en la comunidad y en algunos casos también en sus vínculos de pareja. Esto se puede relacionar con las conclusiones de un estudio hecho recientemente en Uruguay (Retamoso y Vernazza, 2017), el cual indica que la violencia contra niñas, niños y adolescentes está arraigada en los modelos de crianza en base a los propios modelos en los que fueron socializados sus padres. Muchos adultos creen que la violencia es un modo eficaz de colocar límites y minimizan sus efectos.
La violencia intergeneracional e intrafamiliar forma parte de la vida cotidiana de muchos adolescentes en todos los contextos socioeconómicos y desde edades muy tempranas la violencia se presenta como una herramienta válida para la resolución de tensiones y conflictos, se la legítima, se la instala en los guiones de relacionamiento social.
De los relatos de los adolescentes se desprende que, en la praxis parental, resulta muy difícil separar la colocación de límites del ejercicio de la violencia, especialmente en poblaciones vulneradas. Estos hábitos arraigados en lo socio-cultural han sido naturalizados durante décadas y en algunos contextos recién comienzan a ser discutidos, problematizados, al menos en un plano discursivo. Es pertinente preguntarse cómo afecta el género - en tanto categoría social, analítica y relacional- a este fenómeno, es decir, si varones y mujeres son influenciados de la misma manera por estos modos de crianza y cómo influyen en el (no) establecimiento y (no) permanencia en vínculos afectivo-sexuales potencialmente violentos. De acuerdo con Dutton (1997) “el hecho de que las familias violentas ofrezcan un modelo de conducta que con el tiempo puede ser imitado por los hijos es sólo parte de un problema” (p. 103).
Otro elemento por considerar son las transformaciones sociales de las últimas décadas, en particular las promovidas por los movimientos de mujeres, feministas y de la diversidad sexual. Éstos han impactado en alguna medida en el orden de género y sexual. Las generaciones más jóvenes exploran nuevos modos de ser mujer y varón, problematizan las identidades genéricas con atributos hegemónicos y resignifican al menos parcialmente la masculinidad y feminidad. Es posible pensar que estas nuevas configuraciones identitarias relativas al género tienen a un grupo de varones especialmente desconcertados porque sus privilegios se ven amenazados por las luchas que reclaman igualdad y justicia social. Los guiones de relacionamiento afectivo-sexual de estos varones que históricamente produjeron y reprodujeron desigualdades de género hoy en día son cuestionados colectivamente y condenados por una parte de la sociedad porque en la última década hubo cambios significativos en cuanto a la sensibilidad moderna.
Las nuevas generaciones pueden gozar de una mayor libertad sexual, en general ejercen su sexualidad activamente a edades más tempranas que generaciones anteriores y aumentaron el número de parejas sexuales en comparación con sus pares de comienzos, mediados y fines del Siglo XX. Muchos adolescentes tienen vínculos afectivos catalogados como noviazgo durante toda la adolescencia y en muchos casos con consentimiento parental. Igualmente existen claras diferencias marcadas por la clase social de pertenencia del adolescente que hace que sus experiencias en la dimensión de lo afectivo/sexual sean distintas.
A partir del análisis discursivo se concluye que los adolescentes no son un grupo homogéneo, existe una diversidad amplísima de experiencias. A grandes rasgos se puede identificar a un conjunto de adolescentes que no quieren vínculos de noviazgo y solo desean tener prácticas sexuales, hay otro grupo que anhela una pareja que cumpla con los mandatos del amor romántico, también están quienes ya tienen y aún no se animan a presentarla en público por temor a las reacciones familiares, otra realidad minoritaria la construyen quienes ya conviven con una pareja, mientras que existe otro grupo conformado mayoritariamente por varones que manifiestan sentirse frustrados porque aún no se han iniciado sexualmente. También se expresaron como una minoría quienes deciden voluntariamente no iniciarse sexualmente por creencias personales o religiosas. Otro conjunto conformado mayoritariamente por mujeres expresó que desean iniciarse sexualmente en sus vínculos de noviazgo, pero aún tienen inseguridades o miedos para materializar dicha práctica.
Todas estas concepciones sobre lo afectivo/sexual están atravesadas por atributos como la edad, el sexo, el género, la clase social, lo étnico-racial, la orientación sexual y la identidad de género. Se debe considerar la historia de vida de los sujetos, los recursos psíquicos e intelectuales con los que cuentan, sus características de personalidad y los niveles de creencia y/o práctica religiosa. A partir de los testimonios, se constató una tensión entre estas concepciones sobre lo afectivo-sexual y se dejó en evidencia cómo a partir de dichas tensiones a veces se generan conflictos intrapsíquicos e interpersonales.
Pese a los avances logrados, aún las normas culturales relativas al género tienden a reproducir la asimetría de poder entre los sexos, la cual suele perjudicar a las mujeres. La VN en la adolescencia es un fenómeno reciente en la historia de la humanidad, la misma se hace visible y emerge con fuerza a partir de todos estos nuevos cambios que afectan diversas estructuras sociales. Incluso el concepto no contempla todas las realidades porque la violencia en vínculos afectivos-sexuales durante la adolescencia es superior a los casos de VN. El paraguas conceptual que describe el fenómeno es reducido si se tiene en cuenta que cada vez más los adolescentes buscan evitar colocar etiquetas a sus vínculos y en ocasiones es impreciso hablar de VN entre adolescentes porque alguno de los integrantes del vínculo afectivo-sexual no necesariamente es adolescente.
Ante la pregunta ¿qué entienden por amor? Las respuestas de los adolescentes de todos los contextos socioeconómicos fueron bastante similares, mostraron más permanencias que disrupciones. Al parecer lo que refiere al amor y sus representaciones culturales son una dimensión que no ha sido permeada como otras por los cambios descriptos. Las creencias de la mayoría de los participantes aún están atravesadas por los mitos del amor romántico, mitos productores y reproductores de patrones de cómo deben actuar hombres y mujeres frente a una relación de noviazgo y cuál es el lugar de cada uno. Estos aspectos entre otros refuerzan el binarismo de género y podrían contribuir potencialmente a desarrollar y mantener la VN.
Un aspecto novedoso fue lo narrado por algunos varones autoidentificados como heterosexuales que expresaron su malestar psíquico a partir de experiencias afectivo-sexuales significadas como negativas. Ellos manifestaron: “las mujeres están para la joda” “no quieren nada serio” “nos usan sólo para tener sexo”. Estos discursos sobre lo afectivo/amoroso hasta no hace mucho tiempo eran exclusivos de las mujeres, pero en la actualidad, tras algunas transformaciones habilitadas en algunos contextos, los varones pareciera que comienzan a mostrar en público sus sentimientos y sus expectativas ya no únicamente sexuales, se deja entrever una nueva subjetividad masculina y novedosas formas de ejercer la sexualidad. Por otro lado, algunas mujeres, luego de siglos de represión sexual en lo que se configuraba como un claro ejercicio desigual de la sexualidad con relación a los varones, en la actualidad anhelan disfrutar de una libertad sexual que no las involucre afectivamente con sus partenaires, desean tener las experiencias sexuales que sus madres y abuelas en ocasiones vieron frustradas.
Entre los adolescentes existe la creencia de que la VN se ejerce exclusivamente hacia las mujeres, solo un grupo minoritario hizo mención directa a que los varones también pueden ser víctimas de VN y que este fenómeno también puede suceder en parejas homosexuales. Esto se vincula con los marcos cognitivos e interpretativos que tienen los adolescentes sobre las VBG y en particular sobre la VN. Las representaciones sociales de la VN suelen presentar ciertas rigideces que posibilitan la invisibilización de otras realidades. Dichos marcos generan que algunos varones heterosexuales y otros adolescentes homosexuales de ambos sexos tengan dificultad para reconocerse también en tanto víctimas. Estos elementos se pudieron apreciar durante el trabajo subgrupal. En todos los contextos ellas estaban más interesadas en las actividades, escribían en los papelógrafos porque “son más prolijas” y eran quienes más debatían. Motivo por el cual se debe continuar trabajando en la deconstrucción de la idea de que el género y sus problemas son “cosas de mujeres” y seguir concientizando a los varones de sus privilegios en una sociedad que produce y reproduce desigualdades genéricas.
Cuando se insinuó que los varones también pueden padecer VN, las reacciones grupales sin importar el sexo se orientaron hacia las burlas, especialmente los varones, quienes manifestaban que “no podían ser tan giles” y “pollerudos”. Otro grupo de varones afirmaba que “algunas mujeres están saladas” y contaron anécdotas de amigos que tuvieron experiencias displacenteras, por ejemplo, en lo relativo a un control excesivo en las redes sociales online. Estas reacciones estuvieron condicionadas por los mandatos de género existentes y por los modelos hegemónicos de masculinidad y feminidad porque desde sus subjetividades es un impensable que un varón sea “pasivo”, “víctima” o “débil” porque esos atributos se le suelen asignar socialmente a las mujeres. Estas subjetividades colectivas son una limitante para el combate de la VN porque estudios regionales e internacionales recientes afirman una alta prevalencia de VN dirigida hacia los varones (Pazos, Oliva y Hernando, 2014; Beserra, Da Cruz, Domingues, Scatena, Dos Santos, Pereira y De Carvalho, 2015).
Tras indagar en sus expectativas en torno a los vínculos afectivo-sexuales, es posible afirmar que, gran parte de las adolescentes mujeres siguen esperando que los varones cumplan con las normas de género tradicionales y que realicen una construcción de la identidad de género masculina con tendencia hacia lo hegemónico. La identidad femenina continúa estando representada por la dependencia emocional, la comprensión y el cuidado de los otros, mientras que, la masculina por la autosuficiencia, la racionalidad, el control emocional, la competitividad y el dominio de la violencia (Martínez-Benlloch, Bonilla-Campos, Gómez-Sánchez y Bayot, 2008).
Estos elementos introducen una contradicción entre lo discursivo y el accionar de varones y mujeres. Por este motivo, entre otros, en la actualidad aún es difícil que ellos se reconozcan en tanto víctimas porque les implica una pérdida de virilidad y por ende desde sus perspectivas devenir en seres “feminizados”. Por otro lado, las mujeres fueron quienes más hablaron de la violencia en parejas homosexuales, esto se vincula con que tenían amigos y conocidos que habían pasado por situaciones de VN. Los varones se mantuvieron mayormente al margen de esa discusión. Esto guarda sentido con que por lo general los varones homosexuales perciben a las mujeres como sujetos más tolerantes, sensibles y comprensivos. Sus grupos de pares por lo general están conformados por mujeres porque los varones autoidentificados como heterosexuales suelen tener temor de que se produzca la transferencia del estigma (Ruíz, 2009).
Igualmente, la VN en parejas homosexuales y más aún durante la adolescencia tiene algunas particularidades que deben considerarse a la hora de realizar un análisis integral de la situación. Calvo (2014) ofrece algunas claves para la comprensión y el abordaje de este tema. Ella desarrolla la noción de doble closet para mostrar la especial vulnerabilidad en la que se encuentran algunas personas LGBTI cuando están atravesando una situación de violencia en el marco de sus vínculos de pareja. Pareciera que existen una serie de barreras simbólicas, culturales y subjetivas para que las personas LGBTI se reconozcan en tanto víctimas en el marco de sus vínculos afectivo-sexuales o de noviazgo.
En la mayoría de los talleres ejecutados en instituciones educativas localizadas en barrios de un nivel socioeconómico medio se contaron algunas experiencias de VN padecida por amigos, pero sin brindar mayores detalles, en cambio, en las instituciones ubicadas en contextos más vulnerables, las experiencias narradas eran de índole más personal. Esto nos lleva a pensar que en ciertos contextos existe una mayor tendencia hacia la exposición y sobreexposición, principalmente por parte de las mujeres cuando se sienten en un espacio que las contiene y les garantiza seguridad.
La violencia más relevada fue la verbal y se indicó que es una de las que genera mayores efectos negativos en la víctima. También es pertinente comentar que muchos adolescentes relataron situaciones que se podrían asociar a VN, pero a nivel subjetivo ellos no lo asociaban a tal fenómeno. En varios relatos apareció la palabra “normal” vinculada a los celos, a limitar las salidas con el grupo de pares, a tener poder de decisión sobre los tipos de prenda para vestir, a tener las contraseñas de las cuentas de distintas redes sociales online, de tener poder para bloquear personas de sus listas de contactos e inclusive para revisar conversaciones privadas del otro en WhatsApp. Como se abordó en el apartado relativo al amor romántico, esas acciones son interpretadas por la mayoría de los adolescentes como muestras de cariño, amor y cuidado.
Las principales prácticas violentas informadas tienen que ver con el afán de posesión del otro, por ejemplo, en lo relativo a los celos y al control sobre las actividades que realizan y las personas con las que se relacionan. Desde la perspectiva de los adolescentes estos factores los insegurizan. También narraron situaciones de violencia sexual, las cuales estaban naturalizadas por ambos sexos. La mayoría de las mujeres decían que a veces por “amor” había que tener relaciones sexuales pese a no tener ganas y que no siempre se pueden iniciar sexualmente cuando desean porque a veces existen presiones que acaban forzando sus inicios ante el miedo de la pérdida de ese vínculo. Estos acontecimientos permitieron trabajar la construcción social de la sexualidad masculina y femenina y entender cómo algunas violencias se ejercen casi exclusivamente hacia las mujeres.
Es importante señalar que no se hizo mención de situaciones que implicaran violencia física, en parte porque existe una gran condena social hacia la misma. Esto también se puede relacionar con que la VN ha encontrado nuevas modalidades para emerger, más sutiles, que hace que sea aún más difícil hacerla visible, dificultando la enunciación y la denuncia. Otro dato curioso es que en casi todos los talleres realizados, la mayoría de participantes desconocían la existencia de la violencia patrimonial. Vale destacar que en todas las actividades hubo un grupo de adolescentes que afirmaba al menos discursivamente que este tipo de conductas son violentas, que coartan la libertad y que vulneran derechos. Volviendo a dejar en evidencia la coexistencia de dos paradigmas en un mismo contexto socio-histórico. Si bien muchos adolescentes verbalizaron la necesidad de romper con los modelos y mandatos aún hegemónicos y presentan lo que se podría denominar “una mente más abierta” en el marco de un cambio de paradigma, aún lo discursivo no se traduce en las acciones, produciendo que los roles, mandatos y estereotipos de género tradicionales sigan condicionando sus (no) vínculos, generando en la mayoría de las ocasiones malestar psíquico y más frustraciones de lo que placer. Por todo lo antes expuesto se puede pensar que existe una brecha entre la reflexión, la problematización y los cambios comportamentales que pueden realizar los sujetos y que se manifiesta en las barreras cognitivas-emocionales existentes en las personas.
Otra explicación posible se vincula con que en algunos relatos se evidenció elementos de apego inseguro. Los adolescentes expresan que a veces se mantienen en vínculos afectivo-sexuales displacenteros por temor a la soledad. Este discurso predominó más en las adolescentes mujeres de liceos ubicados en barrios de nivel socioeconómico medio. Hubo varios varones del mismo contexto que también adhirieron a ese postulado. En esos casos hacían referencia a palabras como “acostumbramiento” o a la adrenalina producida por el conflicto. Las percepciones de los adolescentes pueden ofrecer claves analíticas sobre qué tan cerca o presente sienten a sus figuras parentales. Allí se torna pertinente preguntarse a qué les remite ese sentimiento de soledad y qué representaciones de relación tienen y cuáles son los modelos que han interiorizado a edades tempranas. Las investigaciones -con agresores cíclicos- revelan que existen algunos condicionantes para ejercer violencia en un futuro, por ejemplo, sufrir maltratos físicos en la infancia, ser sometidos por el mundo adulto a experiencias de rechazo e indiferencia y padecer vergüenza y humillación a partir de este tipo de eventos (Dutton, 1997). Los postulados teóricos de Dutton permiten pensar algunas situaciones específicas de violencias, aunque sólo refiere a los varones como agresores.
Por otro lado, los adolescentes (especialmente en contextos críticos) manifestaron “no creemos en la policía” porque “no hacen nada”. Esto marca que la denuncia no forma parte de sus procedimientos habituales, no es un horizonte posible, prefieren resolver los inconvenientes por su cuenta o con el apoyo de pares y/o familiares. Algunos varones manifestaron “si me entero de que a mi hermana le hacen algo malo voy y lo mato”. Esta desconfianza hacia el sistema se puede vincular con las desigualdades persistentes con relación al acceso a la justicia y más aún con enfoque de género. Los adolescentes de clase media creen más en la institución policía y comentaron conocer situaciones donde se procedió a hacer la denuncia, aunque principalmente fue ante casos de violencia doméstica en población adulta. Este punto nos muestra una vez más que los adolescentes también tienen percepciones interiorizadas sobre los cuerpos que al Estado le importan y cuáles pueden ser objeto de violencias. Las experiencias de las mujeres adolescentes pobres eran diferentes a las de las no pobres. Esto muestra lo trascendente de tener en cuenta a la interseccionalidad en tanto herramienta analítica porque las experiencias entre ellas son muy disímiles a partir de la coexistencia de múltiples identidades productoras de privilegios y opresiones, donde mientras un grupo sentía garantías, el otro grupo creía estar desprotegido.
Nuevas modalidades de ejercicio de la violencia en los noviazgos durante la adolescencia
Las redes sociales online estuvieron muy presentes en los intercambios producidos y especialmente las violencias que se cometen a través de ellas. “El uso de las redes sociales no solo tiene implicaciones comunicativas, sino que también influye en las relaciones que se establecen vinculadas al género, a la sexualidad y a la identidad” (Blanco, 2014, p. 124). Las redes sociales online en la actualidad ocupan un sitio muy importante en la vida cotidiana de las personas, los adolescentes son los principales usuarios de estas redes de información y comunicación. Si bien las mismas son herramientas de mucha utilidad, también pueden volverse un arma de doble filo en varias situaciones, y las relaciones afectivo-sexuales y de noviazgo no escapan a eso.
En los distintos talleres muchos estudiantes de todos los contextos dijeron haber tenido discusiones y problemas con: personas que estaban conociendo, con sus parejas y con sus ex parejas por contenidos publicados en las redes. En algunos casos, quien relataba la situación, creía que esa persona, su pareja o expareja tenía razón y que era un planteo lógico. Las redes sociales online y la realidad virtual en sí misma le han dado una nueva forma a la moral sexual en la contemporaneidad. A las modalidades y tipos de violencia tradicionales del fenómeno de la VN se le suma lo relativo a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). En los relatos de los adolescentes, el control de los dispositivos electrónicos y de las cuentas de las redes sociales online, la administración de contactos y conversaciones, la censura a determinadas fotografías y/o estados, es una práctica naturalizada y frecuente en los noviazgos durante la adolescencia. Es posible afirmar que mediante estas prácticas se puede ejercer violencia social, patrimonial, psicológica y sexual más allá que una gran parte de participantes no entiendan que en sí esto configura violencia. También se afirmó que hay situaciones que se entienden como altamente violentas, por ejemplo, cuando se hace un uso malintencionado de imágenes y/videos explícitos de algún integrante de la pareja en caso de rupturas, peleas parciales o se amenaza con viralizar dicho contenido si se decide terminar con el noviazgo.
Los estudiantes manifestaron que las redes sociales online son una herramienta útil para decodificar información sobre las personas que les interesan, interpretar sus perfiles para saber si son personas “serias” o “fáciles” y luego de iniciado un vínculo afectivo/sexual para saber qué está haciendo esa persona, transformándose así, dichas redes, en un nuevo dispositivo de control. Algunos estudiantes expusieron que suelen ver la hora de la última conexión de su pareja para asegurarse la hora a la que se desconectó. En algunos casos también se explayaron en anécdotas de amigos, conocidos y hasta en sus propias experiencias de control sobre los “likes” que reciben en las fotos, videos y estados posteados y los que ellos mismos hacen. Si bien varios estudiantes hablaron de la libertad y se manifestaron en contra de estas actitudes, otros creían que eran reclamos válidos porque cuando se está en pareja “solo se debe tener ojos para esa persona”, demostrando de esta forma la naturalización y materialización del mito del amor romántico. En los discursos, dichas redes son interpretadas como un espacio amenazante para sus relaciones de noviazgo porque todos los días a cualquier hora sus parejas están expuestas a la seducción de terceros, produciéndose lo que Bozón (2004) denomina tensión entre la exigencia de exclusividad y la espontaneidad del deseo.
Benjamín (1996) habla de la tensión constante entre reconocer y ser reconocido (habla del reconocimiento mutuo), cuando el otro es capaz de reconocer al sujeto, se produce una reafirmación del sí mismo. Esta tensión se extiende a todas las relaciones de dominación, y de reconocimiento de la diferencia, y alcanza las relaciones existentes entre los géneros. Al amar al otro como “objeto de amor” ideal, el sí-mismo adopta una posición totalmente hostil al reconocimiento intrasubjetivo. La agresividad, la violencia en la pareja, en la cultura, pueden ser entendidas a la luz de estas reflexiones. Además, la consideración del otro como objeto, y no como sujeto, es común en toda situación de dominación. Es tal la importancia que tienen las redes sociales online en la actualidad que según los adolescentes, una de las primeras cosas que se debe hacer cuando se inicia un noviazgo es actualizar la situación sentimental en Facebook o Instagram. Esto demuestra la presencia del mito del otro como propiedad para hacer legitima la relación de noviazgo. Desde lo discursivo, no hubo diferencias considerables atravesadas por el sexo de los participantes, tanto varones como mujeres manifiestan haber controlado en algún momento a su pareja o a esa persona que estaban conociendo. Tampoco hubo variaciones a partir de las orientaciones sexuales de los adolescentes, tanto personas autoidentificadas como heterosexuales y homosexuales habían realizado o realizaban en la actualidad este tipo de prácticas de vigilancia y control sobre el otro, por lo que, se asiste a una digitalización de situaciones violentas, intimidatorias y de control. Este tipo de violencia virtual online suele pasar desapercibida para algunos adolescentes y también para su entorno más cercano (amigos, familiares, profesores, etc.) y puede ejercerse todo el día, incrementando potencialmente los efectos nocivos (Blanco, 2014).
CONCLUSIONES
La experiencia se evalúa como positiva porque la relación entre las partes fue cooperativa, los adolescentes adhirieron a la propuesta y la valoraron como una instancia formativa diferente a los dispositivos pedagógicos tradicionales a los cuales están expuestos generalmente en las aulas. El trabajo permitió la construcción de nuevas alianzas interinstitucionales y trabajar con las demandas de los actores educativos. Las instituciones que aceptaron la propuesta se caracterizaron por reconocer a las VBG y a la VN en particular como un problema social que se materializa en el cotidiano escolar, destacando la alta prevalencia con la que se presenta y las dificultades que tienen para combatirla. Los talleres ejecutados cumplieron con sus objetivos, se sensibilizó a la población objetivo sobre los efectos negativos de la VN, se presentaron los distintos tipos de violencia, se cooperó a desnaturalizar prácticas violentas en los noviazgos, se promovieron vínculos saludables y se brindó información útil sobre servicios que ofrecen asesoramiento psicológico y/o legal ante estas situaciones.
A partir del intercambio con los adolescentes se concluye que, a pesar de los matices atravesados por la clase social de pertenencia de los estudiantes, la mayoría de los adolescentes están expuestos desde edades tempranas a la violencia en distintos espacios de la vida cotidiana, especialmente en la familia. Las prácticas violentas en los guiones de relacionamiento social están naturalizadas y legitimadas para la resolución de conflictos. Las experiencias de los adolescentes en la dimensión de lo afectivo/sexual son diversas, los adolescentes no son un grupo homogéneo, las distintas cosmovisiones están en tensión a partir de las nuevas representaciones culturales de sexualidad y las novedosas formas de ser varón y mujer que han permitido una cierta resignificación de lo masculino y femenino, alterando el orden de género y el ejercicio de la sexualidad. La VN en la adolescencia es un fenómeno reciente en la historia de la humanidad. En ocasiones el concepto no contempla todas las realidades porque la violencia en vínculos afectivos-sexuales durante la adolescencia es superior a los casos de VN y en ocasiones es impreciso hablar de VN entre adolescentes porque alguno de los integrantes del noviazgo no necesariamente es adolescente. La mayoría de los adolescentes asocian dicho fenómeno como un tipo de violencia que se dirige exclusivamente hacia las mujeres, invisibilizando a los varones como potenciales víctimas y a la VN producida en parejas homosexuales.
Pese a los cambios mencionados, las representaciones culturales del amor no han variado significativamente, los mitos del amor romántico siguen vigentes y operan diferencialmente en los vínculos afectivo-sexuales establecidos por los adolescentes de ambos sexos. Esta realidad refuerza el binarismo de género y podría cooperar con el desarrollo y mantenimiento de la VN. Las acciones de vigilancia, celos y control son interpretadas por la mayoría de los adolescentes de ambos sexos como muestras de cariño, amor y cuidado. Sólo para un grupo minoritario, proveniente de un nivel socioeconómico medio, esos comportamientos son interpretados como nocivos.
El uso de las TIC y de las redes sociales online posibilitaron la emergencia de nuevas modalidades de ejercicio de la violencia en los vínculos afectivo-sexuales y de noviazgo en la adolescencia que afectan más a las mujeres. Es posible concluir que las redes sociales online representan un dispositivo de vigilancia, control y castigo, especialmente para quienes se encuentran en un vínculo de noviazgo y que, las prácticas que se realizan mediante las TIC han generado cambios en la moral sexual contemporánea. Sin embargo, las TIC también se pueden configurar como una potente herramienta para la prevención y detección de este tipo de situaciones.
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[1] Artículo derivado del proyecto de investigación: Preconceptos negativos de género y diversidad sexual en Enseñanza Media Superior: Un estudio comparativo entre las ciudades de Montevideo y Porto Alegre. Avalado y financiado por la Universidad de la República.
[2] Magíster en Género, Sociedad y Políticas, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLASCO). Licenciado en Psicología, Universidad de la República. Investigador, Grupo de Investigación Género, Sexualidad y Salud Reproductiva, Universidad de la República. E-mail: ggelpi@psico.edu.uy. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5778-8818, Montevideo, Uruguay.
[3] Licenciada en sociología, Universidad de la República. Investigadora, Grupo de Investigación Género, Sexualidad y Salud Reproductiva, Universidad de la República. E-mail: nutarel.pascoll@gmail.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4914-5636, Montevideo, Uruguay.
[4] Licenciado en Psicología, Universidad de la República. E-mail: eduardosilvapiedra@gmail.com. ORCID: http://orcid.org/0000-0003-1661-6849, Montevideo, Uruguay.
[5] De aquí en adelante se le denominará VN
[6] Ward (como se citó en Castro 2012) la define integralmente como “cualquier daño a otra persona perpetrado contra su voluntad, que tiene un impacto negativo sobre su salud física o psicológica, sobre su desarrollo y sobre su identidad, y que es el resultado de las desigualdades genéricas de poder que explotan la distinción entre hombres y mujeres, en hombres y mujeres […] Aunque no se dirige exclusivamente contra las mujeres y las niñas, la violencia de género las afecta principalmente a ellas en todas las culturas. La violencia puede ser física, sexual, psicológica, económica o sociocultural. Los perpetradores pueden ser miembros de la familia, miembros de la comunidad, y aquellos que actúan en nombre de instituciones culturales, religiosas, o de estado […] (p.27).
[7] Para profundizar consulte los siguientes documentos: Artículo 18 de la Ley N.º 16.707 (Ley de Seguridad Ciudadana, 1995), Ley N.º 17.514 (Ley de VD, 2002) y Ley N.º 19.580 (Ley de Violencia hacia las mujeres basada en género, 2017).
[8] Las estrategias desarrolladas recientemente en el sector educación han sido: campaña “Noviazgos libres de violencia. 50 días de reflexión” (INJU, 2017), campaña “Que no quede entre nosotros” (CES, 2016), elaboración de un documento que brinda algunas orientaciones para el abordaje de situaciones de VBG en adolescentes escolarizados (ANEP, CODICEN y CES, 2017) y la coordinación de un curso virtual sobre noviazgos libres de violencia dirigido a profesores, estudiantes de formación docente y técnicos.
[9] La Ley N.º 18.437 (Ley General de Educación, 2008) previó la implementación de la educación sexual como un eje transversal en todos los niveles del sistema educativo formal uruguayo. las nuevas institucionalidades más o menos legitimadas en la dinámica escolar y los nuevos actores educativos (llámese referentes de sexualidad) cobran vital importancia en la promoción de derechos, de vínculos saludables y en el combate contra el fenómeno de la VN y de las VBG en general.