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La escuela en general se ha puesto en riesgo; por múltiples razones ha ido perdiendo sus significados vitales, se ha confundido en sus sentidos, en un proceso de naturalización que deja la reflexión fuera de sí, narra sin consciencia, asume discursos sin someterlos al cernís de su propia inteligencia.

Razón asiste por ello a quienes desde distintos frentes convocan de manera reiterada a promover una escuela que problematice, compromiso asumido con carácter por la Institución Universitaria CESMAG, no solo con sus discusiones internas sino también con una clara apuesta pública y de impacto más allá de las fronteras nacionales, la edición de la Revista Electrónica Educación y Pedagogía.

Esta primera edición de la Revista, es provocadora. Transitan por sus páginas productos de investigación y reflexión que mueven a la escuela. Una escuela que ha de preguntarse por lo que significan las ciencias para la existencia humana, en medio de un mundo en desconcierto que despoja de humanidad; una escuela llamada a la re-sistencia y a la re-existencia y que por lo tanto no puede quedar absorta en el silencio que se da después de la batalla, pues hasta ella llegan poblaciones en ansia de palabra y escucha, sujetos de vida y en existencia deseosos de plenitud.

Con razón en el artículo “Participación del colectivo infantil en actividades educativas de la manzana cultural en Bogotá. Un análisis cualitativo”, se invita a la acción comunicativa que dota de sentido, al escuchar las voces de todos los agentes, a la animación sociocultural y a la des jerarquización de los museos, poniendo al descubierto que el concepto de tiempo libre es exclusivo del imaginario del adulto, y que son necesarias nuevas relaciones entre el sujeto y el conocimiento.

La escuela debe decidir ahora qué quiere escuchar y qué quiere enunciar, sin automatismos o cumplimiento de normas que naturalicen lo que no es natural; le corresponde enunciar lo que aportará a la sociedad y lo que espera de ésta.

Es necesario que tome posiciones frente a la tecnología, por ejemplo, y su uso en aulas de clase, como se propone en el artículo “Tecnologías digitales aplicadas a la educación. Un relato de experiencia”, en el cual se reconoce que éstas redimensionan el tiempo y el espacio de la construcción del conocimiento, y tienen poder para divulgar, compartir y demostrar conocimiento, sin desconocer riesgos, mas en todo caso como propuesta teórica y metodológica que contribuye al desarrollo del estudiante.

La presencia de la tecnología, sugiere marcos de profunda y rigurosa reflexión como se señala en el artículo “Apoyando la reflexión en el aprendizaje asistido por tecnología”. La reflexión es vista aquí como un proceso cognitivo para aprender de la experiencia mediante la investigación individual y la colaboración con otros; es transformación de la perspectiva, comparar, mantener unidas sus concepciones y experiencias con el fin de actuar con más confianza en sí mismo; utilizado herramientas técnicas como video, blog y portafolio. Afirman los autores que proporcionar preguntas de alto nivel es un factor clave para promover la reflexión, dado que se requiere comprensión y hacer conexiones.

La escuela debe construir, con o sin tecnologías, para narrar las nuevas historias reales de vida en paz, sin enemigos, desactivando los mecanismos de la enemistad, construyendo nuevas condiciones culturales para la paz, nuevas formas de pensar.

En este sentido el artículo “La Educación para la paz y los derechos humanos. Una mirada desde Cuba” aborda la eliminación del autoritarismo de la escuela como prevención de la violencia en ella, y optar, entonces, por la solidaridad humana, el humanizar y democratizar el proceso pedagógico, en clara decisión hacia una pedagogía social. La violencia, señalan los autores, debe ser analizada desde un modelo ecológico que integre fuerzas individuales, relacionales, sociales y culturales, articuladas con la teoría histórico-cultural, aunada a educación para la paz y los derechos humanos. Se trata de humanizar el proceso pedagógico y educativo.

Esto indica un clara decisión que niegue posibilidades a las experiencias desgarradoras en la escuela. Sobre los hombros de los maestros se ha colocado ahora la enorme responsabilidad de contribuir con su ser-pensar a las nuevas narraciones, lo cual puede resolver de alguna manera dando paso a las múltiples voces que construyen utopías de escuela, barrio, ciudad, país, región, sociedad.

La escuela ha de ser constructora de utopías, yendo del abatimiento a la reflexión, reorientando el pensamiento y también la acción, sin limitar su mundo al importante e insuficiente recordar, y comprendiendo que la paz no es solo asunto jurídico. Nada se debe asumir en la escuela sin reflexionar, y una de tales aristas es la misma evaluación necesaria de lo que sucede en la vida cotidiana.

Es necesario actualizar los paradigmas de formación, dicen los autores del artículo “La evaluación de las instituciones de educación superior”; fortalecer la calidad, mejorar la visión de conceptos, propósitos, consecuencias, servicios y dificultades, en protección de los ciudadanos y para lograr un mayor desarrollo de los actores, creando así, una cultura científica y humanística; acción educativa que se sustenta en la unidad de lo diferente. Esta formación científica, es también abordada en el artículo “Los ítems PISA, una herramienta para la identificación de las competencias científicas en el aula”, orientada en este caso a estudiantes de secundaria, que han de trabajar con discursos contextualizados bajo el desarrollo y solución de problemáticas actuales.

El contexto le habla a la escuela de reconciliación, de la necesidad de pedagogías que contribuyan a evitar repeticiones, a construir un nuevo relato de nación con consciencia, así con “sc”, indicando que es necesario estar despiertos y darse cuenta de que se lo está.

Es desde allí que la escuela exitosa se pregunta por lo humano, y cuando no lo hace simplemente fracasa. Este es el sentido que se lee en el artículo “Inculturación y educación en comunidades nativas Inga y Kamca. La presencia capuchina”, en la intencionalidad de los Capuchinos de salvaguardar las lenguas originales, instrumento más sofisticado que ha elaborado el ser humano, mantener la cultura, lograr armonía con las culturas de los pueblos como línea transversal de su quehacer apostólico. La escuela es reconocida como estrategia fundamental de la misión y la educación de niños y niñas como generadora de rápido cambio en sus formas de vida, mientras los mayores y ancianos se encuentran atados de pies y manos por los hábitos construidos, por la terrible costumbre, por el paso de la herencia; manteniendo siempre presente el respeto por el Otro y sus expresiones.

Los maestros en consecuencia están llamados a tener posición ético política; habilitarse para la narración de alteridad, de otredad, con mirada de escuela abierta, a tono con los tiempos presentes, escuela como lugar de encuentro, no aulas, escuela para la paz, sin renunciar, por el contrario incrementando su capacidad crítica frente al mundo. Cobra aquí sentido la apuesta formulada en el artículo “Políticas universitarias en el siglo XXI: el debate hacia política de estado en México” en el que se ubican en perspectiva las políticas gubernamentales, las de sujetos y actores universitarios frente a las acciones del gobierno, las universitarias de Estado, y su impacto en las Instituciones de Educación Superior; poniendo en evidencia el pensamiento mercantilista, pragmático e instrumental, que las orienta a la formación de técnicos eficientes, trabajadores flexibles y competentes.

La escuela en su repensarse, clama por prácticas liberadoras que propicien la transformación de sus agentes y actores, recuperando los saberes propios, reconociendo y apropiando contextos. Se requiere de una escuela en paz imperfecta si, animada por una comunidad que vibre desde pensamientos y acciones humanizadas y humanizantes.




1 Doctor en Educación por la Universidad de Salamanca, Magister en Educación y Desarrollo Social por la Universidad de Nova – CINDE, Especialista en Educación Personalizada por la Universidad Católica de Manizales, Especialista en Gestión Pública por la Escuela Superior de Administración Pública, Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Caldas. Actualmente Coordinador Académico del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales en alianza con el CINDE, Docente Investigador del mismo Programa, Coordinador Académico del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud. Investigador del Grupo de Investigación Educación y Pedagogía: Saberes, Imaginarios e Intersubjetividades.