Naturaleza humana y educación: Reflexiones en torno a la formación humana en un mundo incierto[1]

 

Juan Jesús Velasco -Orozco[2]

Universidad Autónoma del Estado de México, México

E-mail: jujevo@gmail.com

 

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Velasco -Orozco, J. (2021). Naturaleza humana y educación: Reflexiones en torno a la formación humana en un mundo incierto. Revista Electrónica en Educación y Pedagogía, 5(9), 43-56. doi: https://doi.org/10.15658/rev.electron.educ.pedagog21.11050904

 

Recibido: septiembre, 20 de 2020 / Revisado: marzo, 29 de 2021/ Aceptado:  julio, 21 de 2021

 

Resumen: El presente artículo pretende llamar la atención sobre la naturaleza humana, para contribuir en su incorporación explícita a la hora de pensar la educación, en el entendido de que haciendo emerger las cualidades de lo humano podremos reorientar no sólo la práctica docente sino también el modelo pedagógico en la que se fundamenta. Naturaleza humana que objetivamos mediante sus elementos ontológicos a los cuales llamamos cualidades de nuestra especie. Atender a esas cualidades posibilitaría identificar el potencial de desarrollo humano, que a su vez orientaría la labor docente sobre la formación de humanos y no de consumidores. En este trabajo sólo se pondrá en consideración dos de ellas, a saber: 1) El ser humano como ser inacabado y 2) El ser humano como habitante de mundos interpretados. De esta manera pretendemos invitar al docente y a los tomadores de decisiones educativas a pensar en torno a ello, la cual sería una invitación a desfamiliarizar la actividad de formación, descomponer el discurso educativo hacia la complejidad que implica “convertir seres humanos” y, finalmente, promover capacidades a nuestros alumnos para enfrentar eficientemente el mundo (cambiante e incierto) que les toca vivir. El desarrollo del tema toma en cuenta la relación entre la educación y la naturaleza del ser humano para destacar las habilidades intrínsecas que el educador debería considerar a la hora de realizar su labor docente. Se concluye que la consideración de la naturaleza humana en la práctica docente contribuye a la formación humana.

 

 

Palabras clave: educación, formación, ser humano (Tesauros); cualidades humanas (palabras clave del autor). 

 

 

 

Human nature and education: Reflections on human formation in an uncertain world

 

Abstract: This article aims to draw attention to human nature, to contribute to its explicit incorporation in the field of education. In the premise that making the qualities of human beings emerge, it is possible to reorient not only the teaching practice but also the pedagogical model in which it is based on. Human nature that we objectify through its ontological elements which it is called qualities of our species. Attending to these qualities would make it possible to identify the potential for human development, which in turn would guide the teaching process in the training of humans instead of consumers. In this work only two aspects will be considered: 1) The human being as an unfinished being and 2) The human being as an inhabitant of interpreted worlds. In this way we intend to invite teachers and educational decision makers to think about these two aspects, which would be an invitation to defamiliarize the teaching-learning process, change the educational discourse towards the complexity involved in "converting human beings" and, finally, teach skills to our students to efficiently face the world (changing and uncertain) where they have to live. The development of this topic takes into account the relationship between education and the nature of the human being to highlight the intrinsic skills that the educator should consider when teaching in class. It is concluded that the consideration of human nature in teaching practice contributes to human formation.

 

Keywords: education, training, human being (Thesaurus); human qualities (keywords of the author). 

 

Natureza humana e educação: Reflexões sobre a formação humana em um mundo incerto

 

Resumo: Este artigo visa chamar a atenção para a natureza humana a fim de contribuir para sua incorporação explícita quando se pensa em educação, no entendimento de que, fazendo emergir as qualidades do que é humano, seremos capazes de reorientar não apenas a prática docente, mas também o modelo pedagógico no qual ele se baseia. A natureza humana que objetivamos através de seus elementos ontológicos, que chamamos de qualidades de nossa espécie.  Prestar atenção a essas qualidades tornaria possível identificar o potencial de desenvolvimento humano, o que, por sua vez, orientaria a labor docente sobre a formação de seres humanos e não de consumidores.  Neste trabalho consideraremos apenas duas delas, a saber: 1) O ser humano como um ser inacabado e 2) O ser humano como um habitante de mundos interpretados. Desta forma, pretendemos convidar ao docente e aos decisores educacionais a pensar sobre o assunto, o que seria um convite para desfamiliarizar a atividade de formação, para quebrar o discurso educacional em direção à complexidade que implica "converter seres humanos" e, finalmente, promover capacidades a nossos alunos para enfrentar eficientemente o mundo (mutável e incerto) em que eles vivem. O desenvolvimento do tema leva em conta a relação entre a educação e a natureza do ser humano a fim de destacar as habilidades intrínsecas que o educador deve considerar ao realizar seu trabalho docente. Conclui-se que a consideração da natureza humana na prática docente contribui para a formação humana.

 

Palavras-chave: educação, treinamento, ser humano (Thesaurus); qualidades humanas (palavras-chave do autor). 

 

 

 

Introducción

 

El presente artículo parte de la premisa de que reflexionar acerca de la naturaleza humana es muy importante a la hora de formar humanos en el marco de la educación básica en México[3]. En la medida en que se tengan presentes las cualidades de lo humano autoridades educativas y docentes tendrán una orientación para optimizar la labor que tienen en sus manos sobre la nueva generación. Formar personas que hagan frente efectivamente a su mundo cambiante e incierto, es un reto actual del sistema educativo en general y del docente en particular.  

 

Se considera que poner énfasis en las cualidades del ser humano a la hora de concebir y poner en práctica cualquier modelo pedagógico, es indispensable para orientar el discurso y sobre todo, la práctica cotidiana de nuestros centros escolares. Proponer un espacio de reflexión acerca de este tema es la intención del artículo, así como la de vincular la acción docente con la idea de humano para encontrar alguna directriz a la hora de intervenir en la formación de niños y niñas, adolescente y jóvenes de frente a las condiciones ambientales y sociales de nuestro mundo actual.

 

Este trabajo reflexivo pretende llamar la atención sobre dónde podríamos los docentes visualizar una alternativa a nuestra situación actual, donde:

 

la humanidad ha generado posibilidades tecnológicas cada vez más sorprendentes y poderosas. Al mismo tiempo -en proporción recíproca-, entre los seres humanos crece la desconfianza, el aislamiento emocional, la desintegración familiar y la violencia física o verbal, que, en su forma extrema, llega a la guerra, el secuestro, la denigración y la tortura. Están creciendo los índices de depresión, suicidios, adicciones, enfermedades crónico-degenerativas, trastornos psicosomáticos, infartos y problemas vasculares. Los conflictos sociales se agudizan en todo el mundo, especialmente en los países económicamente pobres, y en algunos casos la violencia irracional no parece tener límites. (Murueta, 2018, p. 89)

 

Más del 90% de la población mundial sobrevive en condiciones muy precarias y bajo grandes presiones económicas, mientras que en menos del 1% se concentran riquezas inmensas. Esta polarización económica se amplía a ritmo cada vez más acelerado. Se destapan por todos lados escándalos de corrupción y del poder de las mafias que minan las ya escasas esperanzas y la desgastada confianza social (Murueta, 2018 p.89). Condiciones que marcan un reto para la educación en general y la práctica docente en particular.

 

Ante esta situación la propuesta de este artículo se fundamenta en una perspectiva antropológica que articula lo biológico con lo cultural como un bucle recursivo (Morin, 2013) y una pedagogía crítica siguiendo los principios antropológicos de Freire que fundamentan la educabilidad del ser humano (Freire, 1970), ambas perspectivas articuladas a una antropología educativa que une la cultura y la educación propuesta por Honorio Velasco y Díaz (2007).

 

Este trabajo presenta la metodología de carácter documental que siguió esta reflexión; el desarrollo del tema toma en cuenta la relación entre la educación y la naturaleza del ser humano para destacar las habilidades intrínsecas que el educador debería considerar a la hora de realizar su labor docente, destacando en este artículo dos de ellas a) el inacabamiento humano y b) la construcción de mundos interpretados. Se concluye que la consideración de la naturaleza humana en la práctica docente contribuye a la formación humana, una de las finalidades de la educación tan necesaria en nuestros días.

 

Metodología

 

Este ejercicio reflexivo se llevó a cabo mediante una metodología documental crítica, en la cual se identifican los textos y se lleva a cabo una interpretación para la identificación y relación categorial, con la que se pretende argumentar una postura como la que aquí se propone. La revisión eligió textos principalmente educativos y antropológicos mediante los cuales se buscó definir una postura propia que ahora se comparte con los lectores para incentivar la discusión y la generación de conocimiento al respecto.

 

La ruta metodológica siguió la propuesta de García-Córdoba (2015) que fue la siguiente: 1) deliberación de la cuestión por investigar, 2) elaboración del proyecto de investigación, 3) definición conceptual preliminar, 4) examen de estudios antecedentes, 5) diseño del esquema de acopio de información, 6) determinación de expertos, 7) búsqueda de información, 8) recuperación de la información, 9) determinación del orden de lectura, 10) lectura de la información, 11) elaboración de fichas o notas, 12) elegir el tipo de documento a realizar (para este caso un artículo reflexivo), 13) definición del esquema de exposición, 14) organización de las fichas, 15) análisis de la información disponible, 16) definición de la estructura argumentativa, 17) elaboración del borrador, 18) revisión del borrador, 18) someter a la evaluación de los pares y 19) presentación de la versión final.

 

 

Análisis y discusión de resultados

 

Educación y naturaleza humana

 

Si partimos de la premisa de que toda empresa[4] educativa, por su naturaleza intencional, predispuesta y orientada al futuro, debe incluir una idea explícita de su intencionalidad, su predisposición o de su orientación. Resulta interesante pensar sobre esta exigencia porque, desde nuestra perspectiva, se trata de una acción social dirigida por seres humanos para formar humanos. En este sentido, reflexionar en torno a qué idea de humano tiene o debería tener tal empresa en el contexto de nuestro tiempo, es el objetivo de este ejercicio escrito.

 

El inobjetable lenguaje de los hechos cotidianos nos muestra el mal de nuestro tiempo, una sociedad contemporánea que a decir de Llanos (2007) es compulsiva, permisiva, impersonal, hedonista y anárquica. Lo que exige trabajar en un cambio de la estructura mental y social para hacerle frente, no sólo en dar información a los estudiantes y a los hijos. Es decir, trabajar en una docencia dirigida a ayudar a los alumnos a que construyan su propia visión del mundo sobre la base de una adecuada organización de la información que les permita interpretar su propia experiencia y responsabilizarse por sus decisiones (Torres-Santomé, 2012).  

 

En un tiempo en el que escuchamos y observamos a padres y docentes con mucha claridad en lo que no quieren, lo que no les gusta o en lo que no están de acuerdo acerca de las nuevas generaciones (niños o jóvenes, hijos o alumnos). Escuchamos reiteradamente expresiones como: ¡Estos alumnos ya no son como eran antes y no sé qué hacer! ¡Ahora los niños vienen con un chip que no entiendo! ¡Los jóvenes acceden a toda la información que quieren y ya no les importa lo que se les dice! ¡Esta generación es hiperactiva y no sé cómo hacer para que se interesen en estudiar (como estudiábamos antes)! (R. Rodríguez, comunicación personal, 13 de septiembre de 2018).

 

Expresiones que dejan ver el conflicto que los adultos (padres y docentes) significan a la hora de querer intervenir en el desarrollo y formación (bio-psico-socio-cultural) de las nuevas generaciones. Efectivamente coincidimos en que es un conflicto que se hace cada vez más grande debido a la incertidumbre provocada por un proceso de cambio tecnológico, económico y sociopolítico tan rápido y global de nuestro tiempo. Un tiempo de certezas perdidas como dice Vasen (2014) que padres y maestros tienen como desafío del presente y que lo menos recomendable sería enfrentar tal conflicto con una docencia nostálgica. Peligroso porque sería tanto como decir: Los alumnos no son como eran antes, ahora no obedecen, no respetan, no quieren hacer nada con disciplina... No son como en mis tiempos en los cuales, aunque me impusieran, me pegaban y me castigaban, había respeto... ¿Quiere decir que añora esos tiempos? que ¿Preferiría regresar? ¿Desearía que continuaran esas certezas? (R. Rodríguez, comunicación personal, 13 de septiembre de 2018)

 

Nos hacen falta certezas en un mundo que se ha tornado cambiante, veloz, fluido (las reglas no son las mismas) y esto es fuente de un enorme malestar entre padres y docentes. La incertidumbre hace tambalear nuestros saberes previos, produce desorientación y dudas. E impotencia. Tomada de la mejor manera, esta situación puede generar búsqueda y pensamiento, de lo contrario –que es lo que tiende a ser más frecuente- provoca dureza, parálisis y abatimiento. Y una nostalgia que nos lleva a idealizar un pasado que nunca fue tan espléndido como tendemos a recordarlo y que, de este modo, nos entrampa. (Vasen, 2014 p.12)

 

Los soportes modernos: el estado, la familia y la escuela se tambalean, parecen de utilería, hoy nos piensa cada vez más, el consumo (Vasen, 2014 p.13). En el caso de la escuela, la respuesta que viene dando desde finales del siglo XX y parece que se exacerba en los inicios del XXI, es la de preparar a individuos para satisfacer la demanda del mercado laboral en detrimento de la capacidad creativa. “La asociación moderna entre saber-formación-escritura-ciudadanía-futuro va cediendo paso a la combinatoria posmoderna capacitación-información-medios-mercado-consumo-ahora” (Vasen, 2014 p. 81). La cultura del consumo convierte a los alumnos en usuarios de servicios educativos. Por la impaciencia de querer hacer todo rápido, la escuela va pasando de ser una instancia de formación a ser una de adquisición.

 

Uno de los resultados de este complejo y heterogéneo panorama es la aparición de propuestas educativas que parecen más guiadas por un afán de captación de mercado y capacitación para el “éxito” que por uno de formación ciudadana y humana (Vasen, 2014 p.85). No se diga el papel de la institución escolar como creadora de asimetrías que legitiman la jerarquía que esconde enormes desigualdades sociales. Fenómeno que el ser humano ha privilegiado y que contradice su desarrollo colectivo y su sentido de comunidad. Desde lejanos tiempos en que el hombre se convirtió en sapiens existe la posibilidad de que, en una relación asimétrica, quien sabe puede transmitir a otro su bagaje de conocimientos y trascender en él; sin embargo, en nuestro tiempo compartir la información a otros por la sola intención de cooperar con el bien común, es cada vez infrecuente, lo que coloca en crisis la respuesta social frente a la del individuo y su egoísmo:

 

Decir que se trata de una “crisis” tiene la ventaja de que permite evaluar tanto los órdenes viejos que se desarman como los nuevos, menos perceptibles, que emergen. Quedarse en la nostalgia de lo que fue la escuela o la formación docente impide el duelo de lo que ya no es, nos ciega sobre las líneas de fractura de aquello que se ha desmoronado y obtura las posibilidades de percibir qué de lo nuevo podría enriquecernos. (Vasen, 2014  p. 87)

 

Sostenemos en este artículo que la novedad es un fenómeno permanente en la vida humana debido a la naturaleza inacabada de Homo sapiens, si a ello le agregamos las revoluciones que el mismo ser humano propicia, entonces tenemos un estado de crisis constante. Para ilustrar esta premisa retomamos lo que Torres-Santomé (2012) considera como revoluciones del presente, necesarias de entender para participar en la sociedad del siglo XXI:

 

1.      Revolución de las tecnologías de la información

2.      Revolución en las comunicaciones

3.      Revoluciones científicas

4.      Revolución en la estructura de las Naciones y Estados

5.      Revolución en las relaciones sociales

6.      Revoluciones económicas

7.      Revoluciones ecologistas

8.      Revoluciones políticas

9.      Revoluciones estéticas

10.  Revoluciones en los valores

11.  Revolución en las relaciones laborales y en el tiempo de ocio

12.  Revoluciones educativas

 

Haciendo énfasis en las últimas, ¿Qué significa educar hoy? cuestión que retomamos para nuestra reflexión, sosteniendo que es necesario re-conocer el sentido de educar como una acción social con fines de humanización. Con ello, proponemos llamar la atención sobre la naturaleza humana, que contribuya incorporar en la docencia una idea de ser humano sobre el que hay que trabajar la formación. Haciendo emerger las cualidades de lo humano podremos reorientar no sólo la práctica docente sino también el modelo pedagógico en la que se enmarcaría.

 

La humanidad se enfrenta a revoluciones sin precedentes, todos nuestros relatos antiguos se desmoronan y hasta el momento no ha surgido un relato nuevo para sustituirlos ¿Cómo prepararnos y preparar a nuestros hijos para un mundo de transformaciones sin precedentes y de incertidumbres radicales?  ¿Qué hemos de enseñarles a niños y niñas que les ayude a sobrevivir y prosperar en el mundo de 2050 o del siglo XXII? ¿Qué habilidades necesitarán para conseguir trabajo, comprender lo que ocurre a su alrededor y orientarse en el laberinto de la vida? se pregunta Harari (2019), respondiendo que por desgracia nadie sabe cómo será el mundo en ese tiempo. Los humanos nunca pudieron predecir el futuro con exactitud, pero hoy es más difícil de lo que ha sido jamás, porque una vez que la tecnología nos permita modificar cuerpos, cerebros y mentes, ya no podremos estar seguros de nada, ni siquiera de aquello que parecía fijo y eterno (Harari, 2019 p.285).

 

No sabemos, continúa Harari (2019), qué hará la gente para ganarse la vida, no sabemos cómo funcionarán los ejércitos ni las burocracias y no sabemos cómo serán las relaciones de género. Probablemente, algunas personas vivirán mucho más que en la actualidad, y el cuerpo humano podría experimentar una revolución sin precedentes gracias a la bioingeniería y a interfaces directas cerebro-ordenador.

 

En la actualidad estamos inundados de una gran cantidad de información, al mismo tiempo que se difunde intencionalmente desinformación o distracción con cosas sin importancia. Resulta fácil inundar a la gente con informes conflictivos y pistas falsas. Están a un solo clic de distancia. En un mundo de este tipo, lo último que un profesor en su labor docente tiene que proporcionar a sus alumnos es más información. Ya tiene demasiada. En cambio, la gente necesita la capacidad de dar sentido a la información, de señalar la diferencia entre lo que es y no es importante y, por encima de todo, de combinar muchos bits de información en una imagen general del mundo. (Harari, 201 p. 287)

 

Ante tal situación, tendríamos que acompañar las habilidades técnicas con las habilidades de uso general para la vida. La capacidad de habérselas con el cambio, de aprender nuevas cosas y de mantener el equilibrio mental en situaciones con las que no estamos familiarizados. Para estar a la altura del futuro, próximo y lejano, necesitamos no sólo inventar nuevas ideas y productos: sobre todo necesitaremos reinventarnos una y otra vez, el cambio será también en lo que significa ser humano (Harari, 2019 p.288).

 

No podremos estar seguros de las cosas concretas, pero el propio cambio es la única certeza. Es probable que esto conlleve niveles altísimos de estrés, porque el cambio casi siempre es estresante, y a partir de una determinada edad a la mayoría de la gente no le gusta cambiar. A los cincuenta años, por ejemplo, la mayoría de las personas no están preparadas para revisar las estructuras profundas de su identidad y su personalidad. Si se aferra a alguna identidad, trabajo o visión del mundo estable, el riesgo es quedar rezagados mientras el mundo pasa zumbando por nuestro lado (Harari, 2019 p.291).

 

Ante este panorama, necesitamos hoy más que nunca la capacidad de aprender de manera constante y de reinventarnos, ya que los jóvenes tendrán que habérselas cada vez más con cosas con que nadie se topó antes como máquinas superinteligentes, cuerpos modificados, algoritmos que puedan manipular nuestras emociones con asombrosa precisión, rápidos cataclismos climáticos causados por el hombre y la necesidad de cambiar de profesión cada década (Harari, 2019). Con esta perspectiva advertimos más preguntas que respuestas, preguntas de enorme relevancia para el docente y la docencia de nuestros días. Harari (2019) plantea las siguientes, por ejemplo: ¿Cómo actuar cuando nos vemos inundados por enormes cantidades de información y no hay ninguna manera de poder asimilarla o analizarla toda? ¿Cómo vivir en un mundo donde la incertidumbre profunda no es un error, sino una característica?

 

Ante ello, consideramos que tanto la flexibilidad mental y el equilibrio emocional que hacen de la resiliencia una cualidad de todo ser vivo, para los humanos es de especial relevancia por tener que habérnoslas con mundos de nuestra propia creación. Una educación basada en la teoría de la cadena de producción ya en crisis incrementa la incertidumbre. Harari (2019) propone que para tener éxito en la tarea tan abrumadora de dar respuesta a los planteamientos de nuestro tiempo, el ser humano deberá “conocer mucho mejor su sistema operativo” (p.294) es decir, dar mayor atención al consejo más antiguo de filósofos y profetas: conócete a ti mismo.

 

En este artículo, siguiendo este reto, bosquejaremos dos cualidades de nuestra especie como una posibilidad para identificar el potencial de desarrollo que puede orientar la labor docente sobre la formación de personas. Proponemos partir de identificar y caracterizarlas para promover la reflexión docente sobre la educación como vía de formación del ser humano consciente de su persona, de su mundo social, de su unidad como especie y de su lugar en la naturaleza.

 

Cabe hacer mención que este tipo de preocupación ha sido abordada recurrentemente (Harari, 2014; Maturana, 1991; Morin, 2013) en todas las etapas evolutivas de los seres humanos: como cazadores-recolectores, en a la construcción de la divinidad, con la inclinación a la razón y el humanismo, hasta nuestros días de una pretendida globalización de la democracia (Marina y Rambaud, 2018). La razón de tal empeño parece que se debe a una de las principales características de los seres humanos, que es nuestro inacabamiento, nuestra condición contingente, es decir, que somos un conjunto de posibilidades, somos incompletos; por lo tanto, siempre en búsqueda (Freire, 1970; Delval, 2018). Pero no nos detendremos en este aspecto humano dado que será una de las cualidades humanas que en este escrito se destacarán para proponer la empresa educativa del docente en nuestros días.

 

Buscamos también promover la discusión para una educación que no signifique un adoctrinamiento negativo, por el contrario, que enseñe a los niños a distinguir la verdad de las creencias, a desarrollar la compasión hacia todos los seres que sufren, a preciar la sabiduría y las experiencias de todos los moradores de la Tierra, a pensar libremente sin temer lo desconocido, y a ser responsable de sus actos y del mundo en su conjunto (Harari, 2019 p.233).

 

En ese sentido, identificar las capacidades humanas intrínsecas y sus implicaciones a la hora de desarrollarlas por medios educativos explícitos será también parte de nuestra reflexión para promover la discusión entre los educadores.

 

Cualidades humanas para la formación humana

 

Dependiendo la perspectiva que se asuma identificamos diferentes cualidades humanas, por ejemplo, la del desarrollo humano desde la psicología que se centra en el estudio científico de los procesos sistemáticos de cambio y estabilidad de las personas (Papalia y Feldman, 2012), desde lo biológico y cultural (Maturana, 1991), desde lo antropológico (Morin, 2013), desde la cultura (Ember y Ember, 2008), desde lo pedagógico (Freire, 1970), entre otros.

 

Podemos decir con Bouché (2002) que de acuerdo con la concepción de hombre (de ser humano) el docente orienta su base educativa[5]:

 

Platón y la idea de un hombre racional.

La Biblia y la idea de un hombre espiritual.

Séneca y la idea de un hombre virtuoso.

Voltaire y la idea de un hombre sensato.

 

Pero también de acuerdo a la concepción de hombre será su proyección educativa:

 

Pestalozzi y la idea de un hombre equilibrado y feliz.

Freud y la idea de un hombre en conflicto vital.

Fromm y la idea de un hombre solidario.

Marcuse y la idea de un hombre liberado.

 

Qué decir de las teorías de la educación según su base antropológica, es decir, la naturaleza humana como base de una concepción de la educación: La educación basada en una concepción optimista de la naturaleza humana. Una educación permisiva y autogestionada. La educación basada en una concepción pesimista de la naturaleza humana. Una educación represiva y autoritaria. La educación basada en una concepción realista de la naturaleza humana.  Admite que el hombre posee a la vez unos rasgos positivos y otros negativos. Una educación que medie entre esos dos rasgos, permisión y exigencia, libertad y conducción simultáneas (Bouché, 2002).

 

En fin, podemos sostener que la idea (modelo o paradigma) de humano es de gran relevancia a la hora de emprender la educación en general y la docencia en particular. La relevancia que queremos destacar en este trabajo es la de ayudar al docente en la toma de decisiones frente a la crisis de sentido de la educación. En un tiempo actual en el que se privilegia el contenido y la eficiencia productiva en los centros escolares, así como de una exigencia administrativa que se burocratiza haciendo el quehacer educativo más lento, más caro y más deficiente.

 

En otras palabras, voltear la mirada a las cualidades de los seres humanos es voltear hacia lo trascendente de la tarea educativa, lo que permite no dejarse llevar por la moda política y el consumo narcisista.

 

Así, desde nuestro punto de vista, dos cualidades consideramos centrales para nuestra reflexión dirigida a la docencia y al sentido a su práctica, a saber, 1) El ser humano como ser inacabado y 2) El ser humano como habitante de mundos interpretados.

 

El ser humano como ser inacabado

 

Siguiendo a Delval lo característico de los seres humanos es que al nacer sólo son un conjunto de posibilidades que se pueden desarrollar potencialmente en muchas direcciones, aunque el momento histórico, el lugar, la clase social, la familia, restrinja esas posibilidades o bien le den rumbo:

 

Lo característico de los hombres es que son mucho más incompletos como seres humanos cuando nacen que las cabras o los gorriones; con esto quiero decir simplemente que hay mucha más distancia entre un niño y un hombre que entre un potrillo y un caballo… (Delval, 2018 p. XIV)

 

Esta cualidad humana nos lleva a pensar en su carácter contingente, es decir, como posibilidad, no como ser determinado. Incluso advertir que implica, por un lado, un permanente desconocimiento sobre quién es, a dónde va, qué hacer; de tal manera que de acuerdo a este principio ontológico, los seres humanos vivimos en una permanente incertidumbre, desde que nacemos hasta que morimos. Todo tenemos que aprender, incluso a vivir en sociedad. Nuestra naturaleza biológica, nuestro instinto no siempre nos ayuda a tomar las mejores decisiones ante la constante novedad de nuestro vivir.

 

¿Cuál es la mejor manera de criar a un hijo humano? ¿Cuál la manera idónea de vivir en familia? ¿Cuál la adecuada forma de interpretar la sexualidad, de vivir el género? Preguntas que invitan a reflexionar acerca de lo contingente de nuestra naturaleza y lo, casi siempre incierto de nuestras decisiones y de sus consecuencias. Así pues, no saber, es una condición permanente del humano. Ello hace reflexionar a los educadores para reconsiderar las formas de exigir a nuestros hijos y alumnos que respondan correctamente y sin errores.

 

Ante la incertidumbre, los sistemas vivos, también considerados hoy en día sistemas complejos adaptativos (SCA) (Holland, 2004), entre otras cualidades, tienden a aprender, de hecho, la palabra aprender en este tipo de cuestiones humanas tiene que ver con adaptarse.  En este sentido, un principio que hay que resaltar para tener en cuenta a la hora de ejercer la docencia, es que todo ser humano (mientras no tenga alguna afectación fisiológica severa) aprende. Identifica su entorno, se crean modelos y le asigna significado. Ante tal precepto hay que pensar cuando un docente o grupo de docentes le dice al alumno que no aprende y en consecuencia le califica y reprende. Cuantos crímenes (epistemicidios) se comenten en nombre del aprendizaje, porque el alumno puede interpelar al docente (incluso a sus padres) diciendo ¡Si aprendo, lo que pasa es que no aprendo como usted quiere que aprenda!

 

Así, el aprendizaje se considera una cualidad intrínseca al ser humano, la tarea de la educación formal vía la escuela será la de dirigir ese aprendizaje hacia un sentido social que le permita al alumno adecuarse al mundo y su estructura que le es dado y, potenciar su capacidad de transformarlo. Para ello, el docente tendrá que reconocer y respetar esta capacidad, no restringirla ni negarla. Cuando se educa dogmáticamente, autoritariamente o linealmente con los fines que fuera, sean éstos para certificarse, alcanzar estándares o cubrir lo programado, entre otros, se hace del acto educativo una doctrina que, como diría Freire (1970) domestica no humaniza. De hecho, el ser humano al ser consciente de su inconclusión, de su inacabamiento, se sabe en búsqueda permanente, ello hace de él un ser educable (Freire, 1970). Considerar al alumno un ser educable abre la posibilidad de su transformación; mientras que considerar al alumno un ser disciplinado y determinado cierra la posibilidad de su transformación y genera seres obedientes que se niegan así mismo (Maturana, 1991).

 

Siguiendo a Delval, de las cualidades que diferencian a Homo sapiens de los demás animales es la existencia de una infancia prolongada, que va asociada con un período de inmadurez y plasticidad prolongada durante el cual las posibilidades de aprendizaje son muy grandes. Eso es lo que permite que las capacidades del hombre sean tan numerosas y tan variadas, que llegue a construir una inteligencia tan flexible y que pueda recibir la herencia cultural de sus antepasados y enriquecerla. Hay muchos animales que poco después de nacer tienen casi completas las conductas adultas, mientras que nosotros tenemos que aprenderlo casi todo y ésa es precisamente nuestra gran ventaja (Delval, 2018).

 

El hombre tiene que aprenderlo casi todo, pues al nacer no es más que una posibilidad –aunque orientada ya en determinadas direcciones- pero gracias a ello puede recorrer distintos caminos. Sólo nacemos con disposiciones y no con conductas y pensamientos ya hechos por lo que nuestra plasticidad es mayor, mucho más adaptable a condiciones de la vida muy cambiantes, a dietas muy diferentes, a condiciones ambientales extremas, a costumbres y prácticas sociales muy variadas.

 

Dos características resaltamos de lo anterior para fines de este artículo, la primera es la flexibilidad de nuestra condición sociobiológica y la segunda, la diversidad como estrategia adaptativa por antonomasia de los humanos. Resaltamos esto porque ni la una ni la otra son elementos que la docencia escolarizada reconoce y acepta como guía educativa al tratar una educación más bien programada, por tanto, rígida y predeterminada. Un verdadero reto para el docente es la inclusión cotidiana en su práctica de ambas condiciones humanas, con lo cual consiga estimular el desarrollo de capacidades fundamentales para que el estudiante interprete convenientemente su experiencia diaria.

 

Por lo tanto, la emergencia (posibilidad) humana advierte al docente que es muy difícil predeterminar los logros y mucho más difícil homologarlos, es factible (con mucho esfuerzo y constante supervisión) a la hora de producir artefactos, cosas; pero cuando se trata de tratar sistemas abiertos, vivos o complejos adaptativos la empresa se hace mucho más incierta. Lo cual no quiere decir que dejemos el proceso de transformación de las jóvenes generaciones al azar, sino que lo reconozcamos, lo aceptemos y entendamos para poder orientarlo hacia donde nuestras ficciones interpretativas nos indiquen, tales como la fraternidad, la justicia social, la felicidad. Al fin y al cabo toda labor docente se cimienta en este principio esperanzador del inédito viables freiriano.

 

“La plasticidad de la biología humana nos lleva a considerar asimismo la noción de educabilidad como necesidad de ser educado y capacidad para ello. La educabilidad es el correlato necesario de la condición cultural de la naturaleza humana” (Bouché, 2002 p. 96). Pero continuemos con esta esencia plástica y creativa al mismo tiempo del ser humano y sus implicaciones para la educación y la docencia.

 

Esa plasticidad humana hace que, a pesar de tantos azares, de tantas necesidades en una vida del ser humano aún puede encontrar posibilidades de autoconstrucción:

 

-a través de la capacidad de adquirir, capitalizar, explorar la experiencia personal (cierto que también con la posibilidad de enormes errores e ilusiones);

-a través de la capacidad de elaborar estrategias de conocimiento y comportamiento (es decir, de dar la cara a la incertidumbre y utilizar la alea);

-a través de la capacidad de elegir y modificar la elección;

-a través de la capacidad de conciencia. (Morin, 2013, p. 312)

 

En resumen, para tratar la incertidumbre que provoca ese inacabamiento, los seres humanos (y en general todo ser vivo) cuentan con la capacidad inherente de aprender y con ello, la actividad humana por antonomasia que le ha posibilitado a la especie su éxito reproductivo, transmitir a través del lenguaje. De tal manera que esta cualidad esencial nos permite reflexionar en el papel que la educación, si se entiende ésta como un proceso de aprender-enseñar, en el desarrollo y formación del ser humano a lo largo de toda la vida. Así que el docente puede sentirse privilegiado por llevar a cabo una acción humana de gran calado para la humanización de los seres humanos.

 

El ser humano habita mundos interpretados

 

La otra cualidad esencial del ser humano que queremos resaltar en esta reflexión tiene que ver, siguiendo a Bouché (2002), con el argumento siguiente:

 

Los animales están perfectamente adaptados a su medio ambiente, nicho ecológico o perimundo, del que sólo captan aquellos estímulos que son relevantes para su vida. Los seres humanos, por el contrario, no están vinculados a sus impulsos ni al medio circundante: son seres abiertos al mundo (p.95).

 

Lo anterior indica que la naturaleza humana en esencia es plástica y se orienta, de suyo, hacia la cultura. Significa que es incapaz de vivir en cualquier esfera realmente natural y original sin que él la convierta en un lugar habitable; ha de superar él mismo la deficiencia de medios orgánicos que se le han negado, y esto acontece cuando transforma el mundo con su actividad en algo que le sirve para la vida: en un ámbito cultural.

 

Este principio nos lleva a reflexionar sobre la diversidad y diferencia de ser, ser humano. El hecho de que nuestra biología no nos dé señales claras sobre cómo actuar, qué decir y qué pensar correctamente, hace que en esa búsqueda de respuestas los seres humanos optemos por creaciones o ficciones que le den sentido a nuestra experiencia. Estos constructos simbólicos resultan ser tan diversos que tenemos una sola especie, pero infinidad de versiones de humanos.

 

El hecho de que el hombre habite mundos interpretados genera un conflicto inherente en su vida social. La capacidad humana de interpretar, de asignar o quitar significado y sentido a todo, lleva consecuentemente a la ambigüedad, la incomprensión, la confusión, el error, la equivocación entre propios y extraños.

 

Y es que, siguiendo a De la Peña (2016):

 

El mundo es una totalidad abierta, plástica y recomponible, forjada en la inmediatez y a la proximidad, así como en la interacción con otros mundos. Un mundo traza una frontera, pero se trata de una frontera móvil que no es indiferente a los otros mundos, es un cerco que acoge y hace aparecer lo visible pero también lo invisible, es un límite cambiante, es un claro en el que se despliegan y dentro del cual se expresan la vida cotidiana, los hábitos, la subjetividad y los valores de individuos y de colectivos humanos (p.16). 

 

Ahora bien, ¿qué hacemos los humanos naturalmente para tratar la ambigüedad producida por la interpretación a la hora de relacionarnos unos con otros? Porque la errónea o equívoca interpretación puede llevar a consecuencias peligrosas para el bienestar individual y social del hombre. De hecho, el etnocentrismo llevado a lugares extremos da origen a muchos de los conflictos humanos que se revelan en genocidio, racismo, fundamentalismo, totalitarismo, violencia, odio profundo, intolerancia, prejuicio, pobreza, entre otros. La respuesta es, comunicación; los seres humanos usamos el lenguaje para transmitir, pero también hacernos entender, esta tendencia comprensiva le llamamos diálogo.

 

Las personas crecemos y nos humanizamos gracias al lenguaje y al diálogo. Convivir unos con otros es un continuo ejercicio de diálogo. Freire asociaba la idea de diálogo con una exigencia existencial (Jares, 2007). Además de ser una vía de entendimiento y enriquecimiento porque amplía nuestro mundo (nuestra construcción de sentido), también es un elemento para dar y mejorar la calidad de vida de las relaciones humanas.

 

La cualidad comprensiva del diálogo, de hablar o de comunicarnos asertivamente, es una llave enorme para darle a la relatividad interpretativa no sólo la posibilidad de aprender y de transmitir información, sino que también, de prevenir la imposición, autoritarismo, dominación, segregación y negación del sujeto o de los sujetos con los que mantenemos relaciones cotidianas.

 

El lenguaje abre posibilidades insospechadas al hombre en su capacidad para representar la realidad o su propia acción y constituye, sin lugar a dudas, un elemento importantísimo de su capacidad cognitiva. Lo que el lenguaje permite es actuar sobre las cosas de una manera indirecta, por medio de palabras que están en el lugar de las cosas. Otras actividades contribuyen también como el dibujo y el juego simbólico (Delval, 2018). Resulta indispensable para referirse a lo pasado o a lo futuro, para considerar hipótesis o situaciones condicionales, pero además sin él la comunicación sería extremadamente limitada y enormemente trabajosa (Delval, 2018 p.262). 

 

El lenguaje en la labor de formación que el docente emprende todos los días con sus alumnos, es el recurso básico para llevarles al pensamiento y la reflexión. Es muy importante hacer énfasis en esto porque en ocasiones por centrarse en los contenidos y las actividades objetivamente visibles, el docente pierde de vista los actos de representación que tienen lugar en la mente del alumno acerca de esos contenidos y actividades. De hecho, consideramos que la educación debe promover la expansión del lenguaje para con ello, expandir el mundo y abrir posibilidades y opciones de acción. 

 

Es así, que una de las características principales del homo sapiens, es la de construir representaciones precisas de la realidad que le permitan actuar sobre la y anticipar lo que va a suceder. Lo hace por medio de elaboración de modelos mentales que representan la realidad, aquí es importante resaltar que no son la realidad. Hacer la distinción es una tarea que el docente (y los padres) deben propiciar en el alumno (hijo) de tal manera que pueda ser efectivo a la hora de experimentar su vida subjetiva e intersubjetiva.

 

Como argumenta Delval (2018) “Lo característico de todas las actividades, que globalmente podemos denominar representación, es que, por medio de ellas, en vez de actuar directamente sobre un objeto podemos servirnos de algo que lo constituye, que está en lugar de ese objeto o acontecimiento, y que podemos llamar significante. El significante está en lugar del significado que es aquello que designa” (p.226-227).

 

Si la educación (constructo simbólico) es concebida como una relación social, entonces implica siempre un acto comunicativo y, por tanto, dialógico, que resulta significativo para el docente y para el discente. No sólo es una transferencia de información abstracta que inhabilita al sujeto para la construcción creativa de su mundo y de su responsabilidad para sí mismo y para con los demás (incluido el mundo natural).

 

Para entender la realidad, el Homo sapiens necesita ser capaz de organizarla, conceptualizarla y poder operar en ella un proceso de construcción de sentido para incorporarlo a su mundo. Ello supone construir clases o conjuntos con las cosas que son semejantes y establecer parentescos entre ellas, lo que supone establecer las relaciones de inclusión de unas clases en otras. También pensar sobre las cosas que no se asemejan y establecer distinciones y diferencias. De esta menara, la clasificación tiene una serie de propiedades lógicas que los sujetos van construyendo a lo largo de su desarrollo. Con ello, se van resolviendo problemas de diversa complejidad o bien, creándose otros.

 

Esta capacidad humana para el docente es de resaltar, porque mediante su desarrollo y puesta en práctica hace y rehace su identidad, importante para habilitar al estudiante para vivir efectivamente en su mundo y en el de los que le rodearán. Por otro lado, el reto es enseñar la construcción identitaria como persona, como ser social, como ciudadano del mundo y finalmente, como especie; pero cuidando al mismo tiempo que no se cosifique, para que no abra la puerta al fundamentalismo, la intolerancia, el racismo y la exclusión social.

 

Con lo anterior, podemos decir que la tarea de la práctica docente en mucho tiene que ver con enseñar a los estudiantes a establecer relaciones y distinciones. Relaciones para que construya un mundo conectado y dinámico, que al mismo tiempo vaya formándose un pensamiento estructural sistémico. Distinciones para que sepa identificar la diferencia, que siempre es objetiva, a la distinción, que siempre es cultural y, responsabilizarse de sus consecuencias.

 

Conclusiones

 

En ese sentido, la labor docente tiene que ver con estimular en el alumno, predispuesta e intencionalmente, el potencial creativo a partir de una interpretación adecuada de su experiencia de vida. Potencial intrínseco a su naturaleza humana, es el de establecer relaciones y distinciones conscientes (reflexivas) para que se responsabilice de sus consecuencias. Pero esto no es posible mientras no se trabaje la formación del alumno como ser humano consciente y autorreflexivo de su naturaleza biológica y cultural.

 

Podemos decir que, con estos dos ejemplos de cualidades humanas, el docente puede percatarse de lo complejo y enriquecedor que es su quehacer formativo. Considerando que la información plasmada en los contenidos curriculares de los planes de estudio de los centros escolares, sólo son un medio y no un fin para la humanización de niños y jóvenes, se abre una enorme perspectiva del trabajo docente, así como de la propia concepción de formar alumnos, personas, agentes sociales, ciudadanos, homo sapiens. 

 

En la medida en que la práctica docente no intervenga reflexiva y críticamente en la potencialización de las cualidades humanas del estudiante, la educación seguirá siendo un fenómeno reproductivo de información intrascendente para el educando. Exacerbando nuestra situación asocial (individualista, egoísta y poco solidaria) que en mucho tiene que ver con no atender por ejemplo las dos cualidades expuestas en este escrito, incertidumbre e interpretación.

 

Al no considerar éstas dos cualidades humanas, por lo pronto, está muy lejos darnos el derecho y dar el derecho a los demás de “decir no sé, de equivocarse y de cambiar de opinión” sin que ello resulte en conflictos de grave trascendencia como la violencia y la agresión. Se ha querido hacer patente que una opción para enfrentar nuestro convulso tiempo en el que vivimos es voltear la mirada a lo que nos hace humanos y que nos ha permitido evolucionar: cooperar, aprender y dialogar.

 

Con ello, se obliga a reflexionar sobre ¿qué idea de humano tiene el docente? ¿qué seres humanos desea transformar y en qué? Para pasar a considerar después ¿cómo hacerlo? ¿mediante qué procedimiento, recursos y actividades hacerlo? ¿cómo evaluar el proceso? entre otras.

 

Invitar al docente y a los tomadores de decisiones educativas a pensar en torno a ello, es una invitación a desfamiliarizar la actividad de formación, descomponer el discurso educativo hacia la complejidad de convertir seres humanos que comprendan y transformen su mundo. Con ello, combatir la enorme simplificación con la que se concibe y desarrolla la labor docente y, por supuesto, la idea de formar personas.

 

Todo lo cual invita a dialogar sobre la naturaleza humana de la educación que inspire investigaciones ontológicas, empíricas y tecnológicas en este campo medular para la formación de ciudadanos críticos y reflexivos.

 

 

Referencias

 

Bouché, H. (2002). Antropología de la educación. Editorial Síntesis.

De la Peña Martínez, F. (2016). Atlas etnográfico de los mundos contemporáneos Volumen 1. ENAH-Ediciones Navarra.

Delval, J. (2018). El desarrollo humano. Siglo XXI.

Ember, C. y Ember, M. (2008). Antropología. Pearson Prentice Hall.

Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI.

García-Córdoba, F. (2015). Investigación documental. Limusa.

Harari, Y. N. (2014). De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Penguin Random House Grupo Editorial.

Holland, J. H. (2004). El orden oculto. De cómo la adaptación crea complejidad. Fondo de Cultura Económica.

Jares, X. R. (2007). Pedagogía de la convivencia. Colofón.

Llanos-Cienfuentes, C. (2007). Los fantasmas de la sociedad contemporánea. Trillas.

Marina, J. y Rambaud, J. (2018). Biografía de la humanidad. Historia de la evolución de las culturas. Ariel.

Maturana, H. (1991). El sentido de lo humano.  J. C. Sáenz editor.

Morin, E. (2013). El método 5 La humanidad de la humanidad. La identidad humana. Ediciones Cátedra.

Murueta. M. E. (2018). Alternativas para la educación en México En E.Velasco-Gutiérrez, R. Guillén y C. Galindo (eds.), Situación y diagnóstico de la educación en México: perspectivas y posibilidades (89-97). STUNAM.

Papalia, D. y D. Feldman R. D. (2012). Desarrollo humano.  McGrawHill.

Torres-Santomé, J. (2012). La justicia curricular. El caballo de Troya de la cultura escolar. Morata.

Vasen, J. (2014). Las certezas perdidas. Padres y maestros ante los desafíos del presente. Buenos Aires, Paidós.

Velasco, H. y Díaz, A. (2007). Lecturas de antropología para educadores. El ámbito de la antropología de la educación y de la etnografía escolar. Trotta.

 

 

 

 



[1]Artículo derivado del proyecto de investigación Antropología y educación: perspectivas conceptuales para la formación docente avalado y financiado por la Coordinación de Investigación de la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de México.

[2] Doctor en Antropología Social, Universidad Autónoma del Estado de México. Profesor de Tiempo Completo de la Facultad de Antropología, Universidad Autónoma del Estado de México. ORCID: 0000-0002-5330-7546. E-mail: jujevo@gmail.com. Toluca, Estado de México.

 

[3] En México, la Educación Básica comprende los niveles de Preescolar, Primaria y Secundaria.

[4] En su acepción de acción humana. Con ello las palabras Educación y Formación tienen acepciones de humanización, es decir, procesos de aprendizaje y enseñanza encaminados a lograr seres humanos siempre bajo un modelo antropológico subyacente. Siendo la Práctica Docente la praxis técnico-reflexiva encaminada a ello. 

[5] En este sentido, un Modelo Pedagógico es una visión de ser humano bajo un sistema específico de formación.